política

“GOBERNABILIDAD EN UN MUNDO CAMBIANTE”

Por Benjamín Colamarco Patiño

LAS CRISIS NO SON UNA NOVEDAD, SU VIRALIDAD SÍ.

A lo largo de la historia de la humanidad han existido crisis políticas y manifestaciones de descontento de los ciudadanos frente al estado de situación que les toca vivir y que les resulta insatisfactoria; esta situación se traduce en malestar para con sus gobernantes. El motor es el dolor y sufrimiento sobre todo, de los sectores más desprotegidos y vulnerables de nuestras sociedades. Por lo tanto, no es cuestión de soslayarlas, sino entenderlas y abordarlas.

Una primera cuestión a contemplar es que la expresión del descontento social se globalizó del mismo modo que la economía y las finanzas. La visibilidad de estos fenómenos es mucho más alta que antes gracias a las TICs: cada una de las crisis sociales o políticas se ven, se transmiten, se viven en todo el globo en tiempo real. Se “viralizan” a velocidades inéditas. Esto genera un fenómeno de potenciación y propagación de los movimientos sociales a escala global.

NUEVAS DEMANDAS

Vemos que en los países desarrollados que hoy atraviesan etapas complejas del ciclo económico, se multiplican los desencantos. Todo parece indicar que en la fase de crecimiento la mayor parte de la población no se cuestiona la manera desigual en que esas ganancias, fruto del crecimiento, se distribuyen desigualmente. Sin embargo, en momentos de crisis o en la fase recesiva del ciclo económico, los costos también se distribuyen desigualmente, esta vez de manera inversa,  y los más vulnerables pagan los más altos costos. Lo que estamos viviendo con estas manifestaciones es una reacción de descontento frente a esta distribución desigual de los costos de las crisis.

GOBIERNOS EN EQUILIBRIO INESTABLE

Los gobiernos y sus instancias de conducción, tienen la responsabilidad de cumplir con tres objetivos: Sostener un proyecto que asegure la mejor trayectoria posible hacia un destino social que mejore la calidad de vida de los ciudadanos; Asegurar la producción de bienes, servicios y regulaciones que satisfagan las demandas y expectativas actuales de la sociedad y Regular los procesos de interacción con un entorno que condiciona su gestión y la trayectoria. Esta visión “sistémica” para entender la función de gobierno no es nueva, este modelo denominado “sistema viable” es de los años 70´ del profesor Stafford Beer.

Hoy sentimos que algo está funcionando mal, que algo cambió en este proceso de mediar entre un presente problemático y un futuro que deseamos que sea mejor. Ese cambio que algunos consideran un cambio de época, otros una transición, etc., se manifiesta de varias maneras: conectividad, velocidad, intensidad, aceleración, entre otros. Diferentes manifestaciones de una creciente COMPLEJIDAD en el entorno en que los gobiernos deben conducir.

Producto de la evolución del conocimiento humano y el desarrollo de las tecnologías de información aplicadas a la comunicación, que potencian hasta límites insospechados ese conocimiento, los gobiernos se enfrentan a situaciones inéditas. Por un lado los cambios se dan a velocidades que éstos no se encuentran preparados para administrar. Por otro lado, frente a esa debilidad se proponen regular procesos protagonizados por actores con mayores capacidades y conocimientos que los supuestos reguladores… Los gobiernos se encuentran sin respuesta cuando las personas se auto organizan utilizando las redes sociales de acuerdo a sus interpretaciones, demandas y necesidades.

Se trata de un entorno en donde el Futuro se acelera a velocidades impensadas (Facebook vs. radio) y los fenómenos ocurren a velocidades, intensidades y una “viralidad”  inéditas en la historia. Este presente COMPLEJO se confronta con organizaciones estatales diseñadas para un pasado que ya no existe. Las organizaciones estatales se rigen por normas y procedimientos diseñados para un entorno propio del siglo XX, y en América latina en muchos casos del siglo XIX.

Esta situación trae como consecuencia un fuerte desequilibrio en la capacidad de las oficinas de gobierno de conducir y mediar entre futuro, entorno y producción de bienes, servicios y regulaciones.

Como en toda la historia de la humanidad estos desequilibrios producen crisis y las crisis producen dolor y sufrimiento en la gente, sobre todo en los sectores más desprotegidos y vulnerables de nuestras sociedades.

¿QUÉ SE PONE EN CUESTIÓN?

Lo que se pone en cuestión en este contexto, con estas crisis, son dos elementos:

Por un lado, la MENTALIDAD de la Política entendiendo a ésta como actor fundamental de cambio y transformación de lo social. Esto primariamente, demanda un CAMBIO DE ACTITUD de los políticos.

 ACTITUD significa transformar los modos en que pensamos desde el gobierno. Por ejemplo, en relación a la apertura de datos, la pregunta que suele hacerse desde las decisores públicos es: ¿Qué información ponemos a consideración de la sociedad?, en lugar de hacerse la pregunta sobre  ¿Qué información NO ponemos a disposición de la sociedad y por qué? ¿Cómo hacerlo? Aunque suene parecido hay una diferencia profunda, una diferencia en la convicción de que debemos cambiar las formas en que ejercemos la acción de gobernar.

Cambiar de actitud es dejar de pensar que los ciudadanos son sujetos pasivos de las intervenciones públicas, cada día más las personas son sujetos activos del cambio social; los crecientes movimientos sociales lo atestiguan, claro que no se sostienen sobre plataformas políticas estructuradas, pero sí sobre sus propias demandas y la exigencia de que los interlocutores políticos y el gobierno, los atienda seriamente. Por eso cada política pública debe ser atravesada por procesos participativos que la legitimen y por una construcción colaborativa en el diseño de las soluciones, porque hay muchos actores sociales, no solamente el gobierno, con conocimientos sobre los problemas que enfrentamos y las oportunidades que se presentan para superarlos.

Por eso cuando hablamos de Nuevas Formas de gobierno, quiero resaltar la necesidad de un cambio de ACTITUD de la política, de los Partidos políticos y los gobernantes que permita que las nuevas tecnologías acerquen los gobiernos a la gente. Gobiernos basados en plataformas colaborativas potenciarían la capacidad de respuesta para encarar problemas históricos, así como también las emergencias y las crisis de velocidades impensadas hasta el momento.

Por otro lado, se pone en cuestión los DISEÑOS ORGANIZATIVOS DE GOBIERNO. Como mencionaba antes, contamos con diseños del siglo pasado para enfrentar un entorno cambiante y complejo. Nos encontramos con Estados, por ejemplo, que no pueden hacer frente a problemas del orden global (regulación de los flujos financieros), como así tampoco de poder atender con efectividad la especificidad de los problemas a nivel local.

Zygmunt Bauman ilustra muy claramente esto que menciono. Señalaba que: “La crisis actual tiene su principal causa en la disociación entre la escala global de la economía y la escala local de la política”. Parece entonces claro que a escala global la política tiene un desafío en la necesidad de redefinir las formas de regulación del sistema financiero mundial y no se trata de pretender reproducir a escala global los formatos de las instituciones de regulación que funcionaron hasta ahora a nivel local. Esta “disociación” que menciona Bauman, es un ejemplo que se replica en gran cantidad de fenómenos de nuestras sociedad actual.   El fenómeno se repite, nuevos escenarios, nuevas relaciones, nuevas velocidades, y una política con fuertes debilidades en su capacidad de conducir, regular, coordinar, e incidir en estos procesos.

ALGUNAS RESPUESTAS

Finalmente quiero dejarles algunas propuestas de acción, tomando como norte la necesidad de un  cambio de mentalidad en la política  y el cambio en el diseño organizativo de gobierno:

Abrir los datos de gobierno. Para poder acortar los plazos de las compras públicas, para poder desburocratizar los procesos de gestión, debemos trasparentar la información pública y en este sentido está dirigido el primer cambio: los datos de las administraciones públicas deben ser PÚBLICOS. Este cambio es diferente a los impulsos de transparencia de las décadas pasadas, ya no se trata de una actitud ética de los gobiernos, se trata de una necesidad a la hora de gestionar en este nuevo entorno. La transparencia dejó de ser una opción para los gobiernos de América Latina, hoy es una NECESIDAD funcional.

Las “demandas infinitas” que enfrentan los gobiernos en la actualidad, lleva a una creciente ejecución de políticas a través de nuevos actores sociales. Estos nuevos mecanismos o “formas” de gestión pueden transformase en un problema para los gobiernos, si no son acompañados de estrategias inteligentes que permitan “monitorear” la utilización de esos recursos públicos. Una respuesta habitual de la vieja política sería implementar mayor cantidad de controles…

Pero por qué pensar en poner más regulaciones, cuando lo que podemos hacer es simplificar, transparentar y ejercer ese control con la participación y colaboración de la multiplicidad de los actores. Hoy tenemos herramientas que nos permiten hacer luz y poner a disposición información clara y accesible sin que ello signifique agregar más pasos a los procesos. La complejidad demanda SIMPLIFICAR con inteligencia estos procesos.

Pensar a los PARTIDOS POLÍTICOS como plataformas. Metodologías y herramientas colaborativas que permitan la elaboración de plataformas de gobierno, con ciencia, técnica, ideología y método, a través de la colaboración de los actores sociales, en conjunción con expertos y políticos que estructuran programas más precisos y enfocados por problemas.

Implementación de estrategias COLABORATIVAS en la gestión gubernamental. Como señalamos al principio, vivimos una época de cambios inéditos por la velocidad e intensidad de los mismos. Esto trae como consecuencia que no se pueda pensar que el conocimiento esté concentrado en una sola persona, un “burócrata sabio” ni en una  oficina de gobierno. INTERNET es un ejemplo, los intentos de regulación fracasan ante las posibilidades que ofrece esta herramienta para la producción de conocimiento. Los gobiernos no pueden ser ajenos a estas nuevas formas de producción social, debemos sumar el conocimiento colectivo, esforzándonos también en elevar la cultura política para mejorar las respuestas de los gobiernos para la resolución de los problemas. Esto no exime a los gobiernos de sus responsabilidad de conducción, pero si los obliga a repensar las formas de encarar la gestión de gobierno.

CIERRE

No se trata de nuevas palabras para mantener viejas prácticas, se trata de una oportunidad de dotar a los Partidos Políticos y al gobierno, de capacidades para enfrentar un nuevo entorno.  Pero poner en marcha intervenciones de política pública bajo estos ejes, demanda un fuerte cambio de ACTITUD.

CONGRESO PRD

«COORDINADORA NACIONAL PRO RESCATE TORRIJISTA DEL PRD»
INTERPRETACIÓN CONSTRUCTIVA AMPLIADA DE LA

DECLARACION
DEL X CONGRESO DEL PRD

“RECOGER NUESTRAS BANDERAS HISTORICAS CON LA FUERZA DE LAS IDEAS”

Tras la realización del X Congreso Nacional del Partido Revolucionario Democrático, y luego de un profundo análisis, la Coordinadora Nacional Pro Rescate Torrijista del PRD, hace propios los siguientes lineamientos políticos:

Panamá debe recuperar el rumbo, ajustar la brújula y emprender la marcha en la dirección correcta, luego del quinquenio desenfrenado que implicó el secuestro del país por el régimen corrupto y autocrático de Ricardo Martinelli y su malintencionada pretensión de seguir manipulando la realidad a favor de sus mezquinos intereses.

El “modus operandi” de Martinelli, sus aliados y socios, fue nefasto para los intereses nacionales. Los niveles de corrupción, desgreño y endeudamiento, han socavado los cimientos de la democracia, destruyendo la institucionalidad, poniendo en entredicho la seguridad jurídica del país.

Los hechos acontecidos durante los últimos siete años, han centrado la atención ciudadana en las malas prácticas, en actos de corrupción y en el desorden del sistema jurídico y político.

Condenamos firmemente esas malas prácticas y estamos comprometidos para elevar los estándares éticos, levantando muros que separen al dinero sucio, de la política.

La corrupción habida, es el resultado de un estilo de hacer política desgajado de las bases de la sociedad.

En consecuencia, respaldamos la acción de la justicia en los casos que se investigan.

Lo más importante a futuro es disminuir la influencia del dinero sobre la política, tanto en sus formas legales como informales. Solo disminuyendo esta influencia será posible recuperar la autonomía de la política y la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en sus representantes.

La CNRT/PRD recuerda que en el año 2009, el cambio en la composición de las alianzas y la fuga del Partido Panameñista y del MOLIRENA, hacia la demagogia exacerbada por Martinelli y su propaganda, fueron el trampolín que necesitó el CD, para alcanzar el poder público, por el poder mismo.

Hoy, la Administración Varela, sigue sin generar opciones transformadoras para una sociedad huérfana de motivaciones. El “burocratismo”, la falta de visión estratégica, la inexperiencia política, la improvisación, la autocomplacencia, la ausencia de liderazgo y un equipo de gobierno que actúa de manera departamentalizada, han producido: la ralentización económica, la degradación de los servicios públicos, el desbordamiento de la inseguridad ciudadana, el alto costo de la vida, el aumento del desempleo y de la pobreza, la ineficiencia en las prestaciones de los servicios de salud y saneamiento, la falta de agua potable, el continuado abandono del sector agropecuario y la disminución de las capacidades productivas, todo esto, con el agravante de un sistema educativo anclado en el siglo pasado, incapaz de producir los cambios cualitativos y de competencias en el recurso humano, que necesitamos para dar un salto de calidad hacia adelante.

Pero, no basta con criticar las debilidades políticas, comunicacionales y de gestión del actual gobierno.

Los Torrijistas debemos concentrarnos en recuperar el rol de generador de nuevas ideas, de incidencia en la opinión pública, de orientador y educador, para lo cual es esencial volcar la acción partidaria hacia los diferentes frentes políticos y sociales. En este sentido, es crucial que el Partido, a partir del X Congreso, retome e incentive mayores espacios de reflexión intelectual y de formación política; inicie a la brevedad la organización de las estructuras de trabajo comunitario y utilice al máximo las redes sociales.

La batalla política no se da sólo en las campañas electorales y en la Asamblea Nacional, sino en el devenir diario de la ciudadanía, afectada por los abusos, la desprotección de sus derechos, la sensación de inseguridad, la atomización de sus organizaciones, etc.

Junto al desarrollo de las campañas electorales, el Partido Revolucionario Democrático debe recuperar su vanguardia en el debate de las ideas y en la disputa por la “hegemonía cultural”. Y también, por ello es fundamental, estimular la organización y movilización ciudadana, en torno a sus derechos económicos, políticos y sociales.

Frente a la crisis de credibilidad en el sistema de partidos, el PRD debe tener una sola respuesta: el fortalecimiento de la institucionalidad. La clave radica en la elevación de la fuerza ética y moral del partido, su capacidad de actuar con celeridad en las diferentes coyunturas y de recuperar su capacidad de influencia en la sociedad.

Para la renovación de la acción política Torrijista, es esencial volver a poner en el centro del análisis político, no sólo la coyuntura política nacional sino también la práctica de construcción de liderazgos; la motivación de la organización de la ciudadanía, en la articulación de sus demandas y en el fortalecimiento de los movimientos sociales. Debemos ser capaces de combinar esta relación con nuestra vocación de poder y de hacer gobierno.

La CNRT reafirma que el PRD es una fuerza política, democrática, revolucionaria, vigente y decisiva en la vida nacional, que no se amedrentará, ni cejará en su empeño transformador.

La Coordinadora conceptúa que debemos izar las banderas de la dignidad y las esperanzas ciertas para enrumbar nuevamente al país. La esperanza crítica es la que renace de las duras lecciones aprendidas del fracaso y los errores, esperanza capaz de inventar nuevas motivaciones para militar y luchar, que se hace patente en nuevas actitudes frente a la realidad política y con una agenda programática enriquecida que la completa.

El PRD fue en primer lugar un movimiento nacido en medio de los marginados y de la lucha por la liberación nacional: por un nuevo Panamá, de inclusión, de justicia social, de soberanía, de desarrollo social con redistribución de rentas, de oportunidades para todos. Como movimiento poseía las características de todo carisma: galvanizar a la gente y hacer que tuvieran el sueño de la Patria libre y soberana. Al avanzar en el Proceso, se volvió inevitablemente una organización partidaria.

Nuestras banderas son un sueño-esperanza de que otro Panamá es posible, un país con un proyecto de nación abierto a la fase planetaria de la humanidad, cuyos gobiernos pudiesen, con la participación de los profesionales, de los trabajadores, los campesinos, los productores, las mujeres, los jóvenes, los adultos de experiencia, realizar la utopía mínima: que todos puedan comer tres veces al día, ser atendidos por un médico cuando lo necesiten, enviar a sus hijos a la escuela, tener empleo y con el salario garantizar una vida mínimamente digna y, cuando se jubilen, puedan enfrentar con desahogo los achaques de la edad y puedan despedirse, agradecidos, de este mundo.

Los portadores de este sueño-esperanza son las grandes mayorías. Las oligarquías que se disputaron el poder público en sucesión continua hasta el 11 de octubre de 1968, organizaron siempre el Estado y las políticas en función de sus intereses, dejando al pueblo al margen. Durante los últimos siete años, hemos visto desarrollarse una involución sustancialmente oligárquica, una especie de regresión a los viejos métodos de antes del Proceso Revolucionario.

Pero el pueblo panameño, a pesar de las contradicciones, nunca ha perdido su autoestima, su capacidad de resiliencia, de soñar y de alimentar una visión distinta y mejor del mundo. Consiguió organizarse y fue fundamental en la creación del PRD como partido nacional.

Esa utopía alimentó el PRD histórico y ético. Esta bandera debe ser retomada, pues ella es la que puede relanzarlo, confiando más en la dedicación que en la ambición, más en la militancia que en el maquillaje de los expertos en marketing.

Esta bandera fue la bandera que entusiasmó a las masas, tuvo una función civilizatoria al hacer que el pueblo descubriese las causas de su dependencia; se politizase y se sintiese participante de un proyecto de reinvención de Panamá, sin colonialismo, en el cual fuese menos difícil ser gente.

Somos una organización fundada sobre principios y el PRD es de todos sus integrantes; por ello, sus estructuras obedecen al ideario y a los programas Torrijistas, a su doctrina Socialdemócrata y no pueden ser objeto de manipulación o para alimentar en las filas partidarias el arribismo y el oportunismo, en esencia deshonestos.

La leal militancia y activismo honrado de todo miembro del Partido, constituye un compromiso ético-moral y político, de identificación y práctica permanente con los principios del Torrijismo:

• Debemos hacernos cargo de la desconfianza ciudadana, corregir nuestras faltas y saber combinar las reformas estructurales en educación, en el sistema de Justicia y una novedosa reforma política; además de acordar una agenda de probidad; fortaleciendo la agenda social; promoviendo medidas reactivadoras en el sector agropecuario e industrial, generando mayor valor agregado en todos los sectores económicos; y un nuevo trato entre Partido y sociedad, para mejorar la acción en la dirección del bien común.

• Los Torrijistas, identificados con las preocupaciones de la sociedad, denunciamos la creciente falta de seguridad ciudadana. Conminamos al Gobierno para que responsablemente, asuma la tarea de articular un sistema adecuado de prevención y control del delito, el cual debe surgir como producto de un minucioso y amplio estudio de la situación en sus diferentes ámbitos, vinculando a la comunidad en este proceso.

• El sector agropecuario especialmente durante los últimos siete años, ha enfrentado la peor embestida de su historia, al favorecerse a los importadores de alimentos, arrinconando a los productores nacionales, que están prácticamente en el abandono.

• Atender las necesidades del campo, así como mejorar los niveles de vida de la población campesina, modernizando y fortaleciendo la producción, con eficacia y eficiencia, contando con el soporte técnico y la estructuración de una “agenda complementaria”, que acompañe el proceso de sostenibilidad y competitividad del sector, entendiendo su carácter estratégico, debe ser motivo de debate en la sociedad.

• En salud, reaparecieron epidemias, desapareció la prevención y emergieron hospitales sin dar servicios a la población y otros sin construir que son un negocio a costa de la salud pública. Necesitamos una profunda reforma a la salud, que evite las largas esperas en las urgencias y los meses por un especialista, a veces años por una cirugía. Un sistema que asegure igual acceso a todas las personas, enfrentando los abusos y la desigualdad, y una estructura de medicina comunitaria para la prevención, bien coordinada con los Comités de Salud. El Gobierno no puede dar más largas a la necesidad de una discusión seria sobre el programa de IVM de la Caja de Seguro Social, para preservar las pensiones en condiciones de transición demográfica.

• Los ciudadanos debemos garantizar la sostenibilidad del medio ambiente: La sostenibilidad ambiental es indisociable y va correlacionada con el desarrollo sostenible. Responder a las necesidades humanas presentes, sin destruir la capacidad del medio ambiente para atender estas necesidades en el largo plazo, debe ser uno de nuestros objetivos.

Así, la CNRT, considera que la nación debe sustentarse en la equidad y el desarrollo humano, mejorando la calidad de vida de todos los panameños, para lograr una nación física y moralmente saludable, con base en el principio de que el más valioso recurso del país son los panameños y las panameñas, quienes asimismo han de ser los mayores protagonistas y beneficiarios del desarrollo nacional, tal como lo expresa nuestra Declaración de Principios.

Como señaló Omar Torrijos: “Mientras haya desigualdades sociales no podemos considerarnos un país moderno”. Panamá, por sus especiales condiciones geográficas, tiene que poseer una economía funcional a favor de todos los panameños y panameñas, de allí el convencimiento de que sin crecimiento económico es imposible impulsar el progreso social.

Estamos ante un nuevo ciclo en la historia de la nación panameña, en donde lo social debe ocupar el centro privilegiado de un proyecto de poder político, económico, cultural y moral, que nos habilite para construir una economía nacional, social, democrática, justa y plena de oportunidades para todos los ciudadanos, en igualdad de condiciones.

El crecimiento económico fin a sí mismo, entraña riesgos de exclusión y polarización social, y de injusticias nocivas para la consolidación de la democracia. Por ello hay que asegurar todos los aspectos relativos a la calidad de vida de la población, la ampliación de sus capacidades, la participación e inclusión, que son cruciales para construir una sociedad equitativa y justa, en el marco de la institucionalidad democrática, en una sociedad próspera.

La viabilidad, sostenibilidad y legitimidad de la democracia -como forma de organización política— demanda de un modelo de economía de mercado y de sociedad, centrados en una ética de responsabilidad social y ambiental, una remuneración del riesgo empresarial y del esfuerzo laboral orientada a la maximización del beneficio recíproco de los factores de la producción, del colectivo social y entre ellos, de los menos aventajados.

Asimismo, consideramos que el PRD debe desarrollar un esfuerzo consciente, de adaptación y flexibilidad para dotar al país de una nueva cultura política, y en virtud de la renovación de sus métodos y prácticas, el PRD tiene que ser identificado en forma nítida, como el instrumento político más idóneo de la sociedad para sus transformaciones.

Reafirmamos que en el programa del PRD hay temas esenciales que inciden en la vida de la gente y sus aspiraciones. En las circunstancias actuales, queremos enfatizar en dos aspectos imprescindibles e íntimamente vinculados: la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y la necesaria transformación de la educación.

Los panameños y panameñas somos capaces de producir la suficiente riqueza para vencer la pobreza y los males sociales que perturban a nuestra sociedad, sin amos ni tiranos.

La pobreza es injusta, impide el diseño de cualquier estrategia de desarrollo integral. Los panameños pobres no están en condiciones de aprovechar las oportunidades de empleo debido a su escasa e inapropiada educación y a su mala salud, en especial las mujeres y los niños y niñas. La pobreza lesiona la capacidad del país para preparar y proteger los recursos humanos indispensables para el desarrollo económico y la planificación del futuro.

Hoy, el sentido del combate contra la pobreza es crucial, porque el Canal ya es panameño, y por decisión popular, en el año 2006, durante un Gobierno PRD, decidimos, de manera soberana, ampliarlo. Las luchas de tantos héroes y mártires fue por la conquista de un Canal para el desarrollo, en consecuencia, no puede haber miseria en un país con tantas potencialidades y posibilidades.

Tenemos que luchar a brazo partido, para hacer realidad el mandato Torrijista de asegurarle al pueblo panameño, el uso más colectivo posible de los recursos de la vía interoceánica.

Y en lo concerniente a la educación, afirmamos que constituye la principal herramienta y el eje infalible de atención social; es el factor indispensable para cumplir con las metas de crecimiento económico con desarrollo humano. Es el instrumento que mejor desarrolla las potencialidades individuales y colectivas; contribuye a formar el recurso humano para la solidaridad social, la productividad, el empleo bien remunerado y la competitividad. Viabiliza el progreso científico y la innovación tecnológica, contribuye a impulsar el desarrollo, a reducir la pobreza y la desigualdad social.

Como Torrijistas, debemos concebir la educación como un derecho social y no como un bien de consumo.

Para el período 2019 – 2024, es necesario concretar la calidad de la educación, con cobertura plena y una eficiente gestión educativa profesional. En síntesis: hay que hacer la revolución educativa desde las mismas bases de la sociedad y de las instituciones formadoras de educadores. Debemos hacer las cosas de manera distinta. Es un compromiso ideológico educar para transformar, educar para crear voluntades, educar para liberar, educar para la apertura de oportunidades y promover la movilidad social positiva.

Los temas que se han abordado en la Coordinadora, constituyen un esfuerzo colectivo por instalar un espacio para la reflexión de los y las militantes. En tal sentido, aunque son amplios y plantean un conjunto de desafíos, nos parece que son ineludibles para pensar la política del siglo XXI y el rol de nuestro partido.

De cada uno de los aspectos abordados se derivan un conjunto de tareas que resumimos a continuación:

1. Urge una reflexión sobre las características de la política y su relación con la sociedad, y el modo en que se construye la democracia panameña del Siglo XXI. Solo desde esta reflexión será posible comprender el real sentido de la desconfianza ciudadana, de la desvalorización de lo político en todos los aspectos, de la crítica permanente a las reformas una vez que ellas comienzan a construirse, de la exigencia de transparencia de los actos políticos.

2. El Partido debe modificar su práctica y volcar su fuerza a construir relaciones de nuevo tipo con la sociedad. Los Torrijistas tenemos dos tareas esenciales para dar vida a una práctica política con participación popular sustantiva.

Por una parte, los Torrijistas deberemos escuchar, conversar, analizar y aprender de las voces populares lo que ellas dicen; conocer y comprender su mirada desde la desconfianza que sienten por la “politiquería” (micro-política), desde la exigencia de control del poder sin querer ejercerlo, de transparentarlo absolutamente y demandar de sus gobernantes, eficacia, rendición de cuentas y humildad.

Por otra parte, deberemos explicar que para avanzar en la construcción democrática hace falta tener una perspectiva, un lugar al que querer dirigirse y un camino para hacerlo.

Profundizar y revisar por lo tanto, las políticas contenidas en el Programa del Partido aprobado en el año 2001, especialmente las que haya que actualizar y recoger las opiniones en torno a ellas; explicar y preguntar otros aspectos que no han sido considerados; pero también incorporar las nuevas propuestas del Partido para los años posteriores, entre otros temas centrales, es fundamental.

Para acometer esta tarea, el Torrijismo requiere de un esfuerzo movilizador y de formación por parte de los militantes del Partido, y para ello son útiles todas las instancias políticas como son las Asambleas Territoriales del Partido, los Frentes Sectoriales de Masas, las Comisiones Especiales, adicionalmente a las instancias de diálogo político que puedan establecerse en el territorio con las organizaciones sociales y comunitarias.

Dicho de otro modo, sentar las bases de un modelo de Estado Social Democrático de Derecho, es el camino para cambiar o mejorar aquellas cosas que nos impiden construir una sociedad más justa, más libre, más fraterna, a condición de estar unidos en ese empeño.

La política del Partido deberá reflejar los acuerdos construidos en este esfuerzo común, lo que implica mejorar su funcionalidad operativa, el modo de gestión, la delegación de tareas y las comunicaciones entre las diferentes estructuras de dirección, desde las de Trabajo Comunitario, las de Corregimiento, las de Distrito, las de Área de Organización, y su coordinación práctica con el Comité Ejecutivo Nacional, el Secretariado Nacional; los Frentes Sectoriales; la Comisión Política; el Directorio Nacional; las Comisiones Especiales, etc.

Para abrir paso a la discusión estratégica que enriquezca el proyecto de país que queremos construir, el programa actualizado para lograrlo y la capacidad de gobernar sin improvisaciones, es preciso hacer énfasis en la formación y entrenamiento de cuadros en las ciencias y métodos de gobierno, sustentada en una teoría para la acción, así como una identidad consciente del ser panameño y un análisis crítico de lo que ha sido y es el país.

Factor fundamental en este esfuerzo, es todo lo relacionado con la modernización, masificación y utilización de las nuevas tecnologías en la “Escuela de Formación Política y Gobierno Ascanio Villaláz”, haciendo uso de las plataformas colaborativas y de gestión de toda la organización en el universo de internet.

El PRD, desde esta perspectiva política, debe expresar cabalmente a todos los miembros del partido, a sus simpatizantes y amigos, a la juventud panameña, a las mujeres, a las etnias nacionales; empresarios, trabajadores, profesionales y a todo el pueblo, el compromiso de lograr los objetivos estratégicos de la nación panameña: la Patria con equidad, justicia social, oportunidades, progreso, bienestar y desarrollo, en forma consistente con la visión y los lineamientos programáticos del partido y lo que el país reclama y merece.

El acceso al poder público es una herramienta para contribuir al logro de una sociedad de oportunidades, corrigiendo las asimetrías sociales y consolidando un solo Panamá, integrado económica y socialmente.

El mensaje del PRD a la sociedad tiene que ser claro, directo y único: una sola estructura, amplia y unitaria. Una sola meta: profundizar el programa de transformaciones nacionales y llevar a Panamá a su desarrollo pleno.

Por ello, reiteramos que todo Torrijista tiene el compromiso de despejar todo obstáculo que impida la unidad que se sustenta en los objetivos comunes y en nuestra Declaración de Principios, a fin de que reinauguremos los métodos del debate franco, tengamos disciplina y respeto a las ideas y propuestas entre los copartidarios.

Invitamos a todos los copartidarios (as) a que estudiemos y ajustemos nuestros actos, al estricto acatamiento de nuestros Documentos Fundamentales, que son la base de orientación para la adaptación de nuestras políticas, a la nueva realidad objetiva que nos plantea el siglo XXI.

Declaramos el apoyo de todas las organizaciones y corrientes que integran la CNRT, a la gestión que tiene que realizar la nueva dirección superior del Partido, durante los próximos tres años, convencidos de que fortalecerá la organización interna y articulará las relaciones y funcionalidad de los organismos y estructuras partidarias, a la vez que los instamos a que sus acciones, planes y orientaciones, sean compartidas, debatidas y conocidas ampliamente, con fraternidad y compañerismo, propios del Torrijismo. A este respecto, nos mantendremos alertas y vigilantes.

Y, finalmente, hacemos llegar a la conciencia nacional, patriótica y honesta, a todos los ciudadanos y ciudadanas de Panamá, que el PRD debe ejercer su rol de oposición democrática con firmeza, y que cuando, por expresa voluntad popular, nos toque el ejercicio del poder público, lo haremos con estricto apego a la Constitución y las leyes, ampliando la participación de los sectores sociales y las comunidades, organizadamente, en las decisiones que los afectan.

El legado de Omar Torrijos vive y no es sectariamente exclusivo del PRD. Es una visión compartida, un ideario con raíces profundas y consecuentes con las aspiraciones de vida digna del pueblo, una práctica política y un compromiso de acción por la edificación de la nación, que está vigente para asumir con éxito los retos y desafíos del Panamá de hoy y del futuro.

A seguir construyendo la Patria de todos, a seguir luchando para derrotar la desigualdad, con la convicción y fortaleza de nuestras luchas históricas, con la frente en alto y nuestras banderas al viento.

COORDINADORA NACIONAL PRO RESCATE TORRIJISTA DEL PRD
Panamá, 14 de noviembre de 2016

¿Han Desaparecido las Utopías?

«LA DIMENSIÓN POLÍTICA DEL DESARROLLO»

En nuestra región, continuamos inmersos en una profunda, generalizada y continuada crisis, cuyos orígenes son comunes, aunque con las particularidades inherentes a la realidad e idiosincrasia de cada país. Esta crisis es sistémica e integral y se expresa en las dimensiones éticas, políticas, sociales, culturales y económicas. Sus efectos son devastadores por cuanto afecta material y moralmente a la sociedad en su conjunto y a las personas en lo particular y su reflejo más palpable se evidencia en la inequitativa distribución de la renta, con su secuela de marginalidad, exclusión social y discriminación.

Por otro lado, pareciera constatarse la desaparición de las “utopías”, por la ausencia de valores y objetivos superiores hacia el bien común. Pensamientos y propuestas aglutinadoras, con dirigentes que se destacan por sus conocimientos, coherencia y capacidades, han sido sustituidos por el oportunismo, el exacerbado espíritu de lucro, el pragmatismo mesiánico y  por la manipulación de mentes y voluntades.

Esto nos ha llevado a desdibujar la política entendida como ciencia de gobernar sobre espacios públicos comunes, o “dirección de la colectividad” desde la concepción de arte de lo posible, hasta lo que vemos hoy como degeneración de la verdadera esencia de la política, transformada en una especie de medio para el provecho personal o de los poderes fácticos, dentro de un pragmatismo desmesurado lejos del servicio, la moderación y el bien común.

La consecuencia ha sido la atomización social, el individualismo y la preeminencia de intereses de parte, elitistas, por sobre la colectividad, con un reflejo en la pérdida de identidad de los Partidos Políticos y el debilitamiento de las instituciones democráticas. Factores perniciosos como el centralismo, la concentración de poder, el “burocratismo” y la falta de visión estratégica de futuro, impulsan hacia la desestructuración de la sociedad, ya debilitada por la falta de formación política y la exclusión. Hay un vacío de pensamiento que conlleva un vacío de propuestas.

Debemos propiciar la construcción de un orden nuevo, un nuevo pacto social, para una nueva sociedad, recuperando la centralidad del ser humano, la centralidad de lo social y del bien común, por sobre la centralidad del mercado. De ahí el eje cardinal del Desarrollo Humano, Integral, Incluyente, Participativo y Sostenible, que conjugue derechos, deberes y necesidades.

La regeneración democrática debe traducirse en el concepto de Estado Social Democrático de Derecho, con una profunda reforma del Estado, con mayor participación de los sectores sociales organizados y de las comunidades, en las decisiones que los afectan, con eficiencia social, regulación del mercado y políticas públicas construidas colectivamente.

Los conceptos de profesionalización de la función pública, reforma de los modelos de gestión y desarrollo deben superar las hegemonías dominantes que han caracterizado el estado actual de las cosas. Todo esto pasa necesariamente por el rediseño del aparato público, para ajustarlo a las reales demandas y atención de las necesidades de una sociedad que requiere de instituciones y procesos transparentes, efectivos y eficientes, que faciliten las actividades de producción, comercialización, generación de empleo y el acceso expedito a servicios públicos de calidad, utilizando también plataformas tecnológicas integradas, abiertas y colaborativas.

El BIEN COMÚN constituye un aspecto sustantivo y determinante en el enfoque general, conjugando elementos que tienden a la preservación de la justicia y la equidad, a la dignidad del trabajo (transformador, creador, espiritual, material), con la protección del ambiente, en una sociedad en plena revolución del conocimiento y de la información, que debe desde ese concepto fundamental del bien común y su DIMENSIÓN ÉTICA, mejorar las condiciones y la calidad de vida del conjunto de la sociedad, pero sobre todo de los estratos más débiles.

Pero también hay que propiciar la formación política, desde la escuela, la universidad, desde los Partidos; desde el núcleo básico de la familia, de manera integral, social y democrática, generando conciencia política desde una concepción amplia. No podemos dejar de mencionar la necesidad de que los Partidos, que son consustanciales a la vida democrática, al igual que otras organizaciones y movimientos, recuperen su identidad y base ideológica, que les den direccionalidad. Principios, valores, análisis crítico, programa y referencias doctrinarias claras deben ser sus elementos aglutinadores, que superen el clientelismo y el egocentrismo.

Finalmente, la necesidad de fortalecer la Democracia, debe ir aparejada a la integración Latinoamericana (anfictionía), reconociendo las asimetrías existentes en la región, pero apuntalando el esfuerzo en la identidad cultural y en los intereses comunes. Aunque bajo circunstancias y características geo-políticas diversas, el ejemplo de la Unión Europea puede ser un modelo, recordando el informe Cecchini, partiendo de la pregunta ¿Cuánto perdemos por no estar integrados?

COMENTARIOS COMPLEMENTARIOS

¿Sobre qué se fundamenta la recuperación de la dimensión política del desarrollo?

La tesis integradora debe ser la de la construcción de formas más amplias de interactuación democrática dentro de un Estado Social Democrático de Derecho, que perfeccione ordenadamente las posibilidades de participación y de representación, para lo cual, los movimientos y Partidos Políticos deben en primer lugar reivindicar su verdadera misión desde una visión programática, como interlocutores válidos de diversos estratos sociales, pero también les compete ejercer el papel de propiciadores del avenimiento en la dirección de la complementariedad de los conceptos de Democracia Social, Democracia Representativa y Democracia Participativa.

¿La sociedad debe intervenir en los asuntos internos de los partidos?

El funcionamiento y proyección de los Partidos Políticos, aunque obviamente deben contar con los más amplios consensos sociales, demandan en primera instancia un proceso interno a los propios partidos, de autocrítica (que NO “autoflagelación”) y debate sobre la recuperación de la dimensión ética de la acción política y el rescate de su identidad ideológica.

¿Cómo enfrentar el clientelismo?

Sobre el financiamiento de la actividad política, su solución desde mi concepto, debe partir de la total prohibición de aportes privados a las campañas políticas (salvo las cuotas establecidas en los Estatutos, de los inscritos en los partidos, con los topes debidos), lo que conlleva sólo el financiamiento estatal con sus respectivas regulaciones. Esto propiciaría la erradicación del clientelismo, más transparencia y fiscalización, más independencia y la recuperación del debate político y la elaboración de visiones programáticas más coherentes y profundas.

¿Estamos atravesando una crisis? ¿Cuáles son sus consecuencias?

La sociedad panameña al igual que otras en Latinoamérica, sufre las consecuencias de la crisis sistémica que se ha desarrollado durante los últimos años. Esto se expresa en una profunda desestructuración del entramado social y en la carencia de objetivos superiores. El clientelismo, la corrupción, el oportunismo, el inmediatismo, el individualismo pragmático, ha prevalecido en nuestro país, con el agravante de una deteriorada cultura política y la más rampante desideologización de los partidos políticos. La búsqueda constante del bien común y de la construcción de una sociedad ideal, de una mejor sociedad: materialmente más equitativa, políticamente más democrática y socialmente más justa, se ha puesto en entredicho por la falta de un sistema de valores fundamentales que le den viabilidad a un Estado Social y Democrático de Derecho.

Panamá, 5 de mayo de 2016

Benjamín Colamarco Patiño