política

“LA OFICINA DE GOBIERNO”

*Por  Benjamín Colamarco Patiño

En esta época, signada por la complejidad y cambios veloces, no es fácil juntar mayorías importantes. El mundo y Panamá no escapa a ello, avanza en la fragmentación de las mayorías. Pienso que tiene que ver un poco con el desencanto con la Política, desdibujada por la “politiquería”, otro por un sistema político muchas veces incapaz de dar respuesta a los problemas de la sociedad del siglo XXI, y otro poco porque las sociedades son más complejas, fluidas, desestructuradas, más segmentadas en sus demandas y aspiraciones.

En este escenario asistimos en ocasiones al surgimiento de liderazgos “mesiánicos”, mediante los cuales las sociedades muestran su descontento apoyándolos. Sin embargo, en muchos casos y luego de períodos breves, en general sus magros logros de gobierno vuelven a defraudar a la ciudadanía.

Los resultados de las elecciones en Panamá no nos deben sorprender. Asistimos a la irrupción en nuestro sistema político de candidaturas que por la Libre Postulación recibieron un importante apoyo de la ciudadanía. Por otro lado, los electores otorgaron un voto de confianza a Laurentino Cortizo y a la alianza “Uniendo Fuerzas”, que se ve reflejada en una mayoría en la Asamblea de Diputados.

Debemos asumir el desafío de nuestra época y estar a la altura de lo que necesita nuestro país, lo que nos pide una sociedad heterogénea y con demandas múltiples.

Desde el PRD como partido de gobierno, que tiene una vocación transformadora, debemos ser conscientes que la tarea no terminó con la elección. El camino recién empieza; debemos asumir el desafío de alcanzar los resultados por los que nuestros compatriotas nos eligieron, entendiendo que somos interlocutores de una población expectante, que tenemos un proyecto claro pero que debemos llevarlo adelante con inteligencia y buscando los consensos necesarios para poder hacerlo realidad.

El desafío es exigente. Necesitamos: dirigentes preparados y entrenados; herramientas eficientes y potentes; procesos más inteligentes para: diseñar, implementar y evaluar las políticas públicas. Necesitamos escuchar a los ciudadanos, poder entenderlos y trabajar junto a ellos en el diseño de las respuestas a sus problemas.

Los avances tecnológicos de las últimas décadas han impactado en múltiples aspectos de nuestra sociedad. Panamá desde el 2005, transitó años de crecimiento económico y mejora de algunos indicadores sociales.  Sin embargo, se mantuvieron indeseables niveles de desigualdad y exclusión.  Viejos problemas sociales (desempleo, acceso a la salud, acceso a la educación, pobreza, inseguridad, etc.) siguen sin respuesta para partes de la población.

Necesitamos diseñar una  Oficina de Gobierno (OG) que acompañe y apoye al presidente Cortizo en el desafío de dar las respuestas que nuestra sociedad se merece sin distinción de banderías.

El diseño de la oficina de gobierno juega un rol relevante para sostener el rumbo estratégico de gobierno definido por el presidente. La evaluación permanente de las metas comprometidas, el análisis de la percepción de la sociedad sobre la resolución de sus problemas, son algunas de las tareas relevantes para ajustar la marcha del gobierno en función de los cambios en el entorno y las percepciones sociales. No se trata de seguir a la opinión pública, se trata de entenderla e incorporarla ordenadamente al análisis de las decisiones de gobierno.

Cuatro (4) desafíos a los que debe responder la oficina de gobierno:

  1. Información: se refiere a la explosión inédita de las tecnologías de la Información y comunicación (TICs) que impactan en el crecimiento exponencial de la información disponible para la toma de decisión. Esa explosión de la información entra en tensión con la escasez de tiempo y capacidad para procesarla. Esto demanda incorporar herramientas y metodologías que permitan procesar los crecientes niveles de información para la toma de decisiones en tiempos cada vez más escaso.
  2. Comunicación: En los últimos años estamos asistiendo a un cambio radical, los medios masivos de comunicación compiten ahora con múltiples medios disponibles gracias a internet. Hoy múltiples actores tienen la capacidad de emitir mensajes y producir contenidos. El mensaje deja de ser unidireccional, tenemos múltiples emisores y múltiples receptores con capacidad de responder. La comunicación de gobierno se complejiza y demanda nuevas capacidades para abordarla de manera efectiva, tanto al exterior como al interior de las organizaciones públicas.
  3. Planificación: En este contexto, la planificación normativa y tradicional, debe dejar paso a metodologías participativas, ágiles y situacionales de planificación que incorporen la mirada del otro y permitan ajustar el plan en la acción. Es preciso contar con modelos conceptuales que permitan abordar procesos conflictivos, creativos y dominados por la incertidumbre.
  4. Liderazgo: Nuevas formas de liderazgo para lograr consensos e inspirar a la gente para lograr su participación creativa. Se requiere promover las aspiraciones y capacidades individuales y colectivas hacia una visión compartida. Implica capacitar a sus equipos para cambiar el pensamiento lineal y reduccionista en el pensamiento sistémico y complejo que permita entender el juego social. Evitar el ensimismamiento y adquirir una perspectiva amplia, abierta y contextual, fomentando la experimentación y el riesgo controlado.

En este orden de ideas, la Oficina de Gobierno tiene la responsabilidad de brindar apoyo al presidente en los siguientes objetivos:

  • Monitorear la direccionalidad estratégica al proyecto de Gobierno.
  • Orientar la asignación de recursos en función de las prioridades del Plan.
  • Traccionar al aparato público en función de los objetivos del plan de gobierno.
  • Evaluar el cumplimiento de las metas de gestión.
  • Analizar el entorno (tendencias, sectores, actores clave, expectativas y demandas sociales).

Asistimos a muchos gobiernos de la región que empiezan con fuerza su mandato y rápidamente van perdiendo su capital político por falta de resultados ante la incapacidad de enfrentar un entorno de complejidad.

El General Torrijos señalaba la necesidad de “conjugar” luces cortas y luces largas para iluminar el camino. Hoy no es suficiente, gobernar demanda una visión de 360°. Ese es el desafío para una oficina de gobierno en el siglo XXI y esta es nuestra propuesta.

Panamá, 11 de mayo de 2019

*el autor es Economista, Ex Ministro de Estado y Ex Vicepresidente del PRD

 

“SIN PARTIDOS POLÍTICOS NO HAY DEMOCRACIA”

Toda estructura social y política, se mantiene en virtud de la operación de controles sociales, es decir, por la existencia de normas, reglas y pautas institucionales que regulan y rigen la interacción de los individuos, ciudadanos, organizaciones y grupos.

La idea que pueda existir una democracia sin partidos es equivocada.

El Constitucionalista Hans Kelsen, sentenció: “Sólo por ofuscación o dolo puede sostenerse la posibilidad de la democracia sin partidos políticos. La democracia, necesaria e inevitablemente requiere un Estado de Partidos”.

Por otro lado, Posada opina que: “Los partidos son instrumentos necesarios en el mecanismo del régimen constitucional, hasta el punto de que ciertas anormalidades, dificultades y crisis del régimen representativo constitucional, son la consecuencia de la debilitación de los partidos”.

Los Partidos Políticos son concurrentes en la formación de la voluntad popular, y su misión y esencia consiste en agrupar a los afines en ideas, opiniones y doctrina; esa afinidad ha de ser ante todo, sobre principios generales y fundamentales.

Por medio de los Partidos Políticos, los individuos subordinan pequeñas diferencias de opinión y se solidarizan en cuestiones de interés vital.

Los ciudadanos que actúan políticamente de manera aislada y por su propia cuenta, muy poco es lo que pueden influir en la solución de los problemas del Estado.

Todo Partido Político debe tener ideología, principios, valores, identidad, finalidad, visión de totalidad, estructura interna y metodología propia.

La finalidad de un Partido Político es alcanzar el ejercicio del poder público, mediante su acceso al gobierno, vale decir, estar en condiciones de decidir sobre el Estado y su relación con la sociedad, y establecer desde una base ideológica – programática, la visión de país que sea orientadora de la acción gubernamental.

Una visión de totalidad permite a los Partidos Políticos ubicar su interrelación con los diferentes grupos políticos y sociales y entender o descifrar los elementos que lo acercan a unos y los que pudiesen alejarlos de otros, considerando las circunstancias, la coyuntura y las características del contexto.

La metodología propia de un Partido Político se refleja en el diseño de la estrategia a seguir para alcanzar el poder, en la formulación de los planes de acción y visión programática en función de la correlación de fuerzas.

Los Partidos Políticos generan un sentido de pertenencia y garantizan la existencia de un hilo conductor cuya ausencia negaría su propia condición.

Tendría que precisar que la razón de ser de un Partido Político no se limita a la consecución del poder público, sino que se centra en la motivación que lo impulsa a obtenerlo o alcanzarlo; podríamos decir entonces que un Partido Político alcanza su plenitud cuando posee el poder necesario para mantener, reformar o transformar el Estado.

El PRD como partido progresista y reformista, propone siempre construir un sistema mejor y más eficiente, más colaborativo, con el impulso de importantes reformas para volverlo más funcional,  más participativo, que le permita manejar de mejor manera la conflictividad social y política y responder a los retos que plantea la sociedad a través de los diversos grupos, gremios, sindicatos y organizaciones que en ella se desenvuelven. Para nosotros se trata en fin de lograr una mejor sociedad, más inclusiva, con mayores oportunidades: materialmente más equitativa, socialmente más justa y ambientalmente más sostenible.

Debemos entender y asumir que el acceso al poder es transitorio y que los que un día somos gobierno, al otro podemos ser oposición. El reconocimiento de este hecho como una característica inherente al proceso político democrático, obliga a los diferentes actores a someterse a un proceso de rendición de cuentas, práctica pluralista y tolerante y conducta pública abierta y eficiente, para ampliar el margen de legitimidad ante la ciudadanía. También el reconocimiento de que la oposición forma parte de la solución de los problemas, obliga a ampliar los márgenes de inclusión.

Ser un Partido de oposición es ser capaces de fiscalizar la gestión pública; señalar lo que está mal, formular lo que puede ser una solución y estar dispuesto a debatirla, en un marco de tolerancia y respeto a las diferencias, aunque firmes en las posiciones de principio.

El reto más grande que se plantea en la actualidad a los Partidos, gira en torno a la capacidad del Estado para responder con eficiencia a las principales demandas de la ciudadanía, garantizar la gobernabilidad democrática, neutralizar el desencanto político, e impedir por la vía del consenso, que la conflictividad social y política se convierta en una innecesaria confrontación que no haría más que generar inestabilidad.

Ahora bien, las facciones políticas agrupadas en torno a otros intereses, NO mancomunados por la afinidad ideológica, de opiniones y doctrina, son especies degeneradas de partidos políticos. Y la presencia de estas agrupaciones, de carácter personalista o surgidas en virtud de intereses inferiores, ha contribuido a desfigurar, desprestigiándolo, el concepto de Partido.

El mal no está en la institución de los Partidos en sí, sino en la aparición de especies degeneradas y espurias de éstos, o en la presencia en los mismos de algunos individuos con una baja formación política, carentes de valores éticos y fundamento moral.

Resulta inadmisible la existencia de partidos políticos basados únicamente en la comunidad de intereses económicos privados o en simples lazos de parentesco o de amistad personal.

Estas desviaciones que desdibujan la figura de los partidos, acelerando su devaluación política, promueven la aparición de fenómenos sociales degenerativos, que a la postre afectan o agravan la percepción que le carga a los partidos las culpas del deterioro de la vida política nacional.

La pérdida de credibilidad producto de la debilitación de los partidos, puede atomizar las fuerzas políticas y sociales y llevar a un pluripartidismo desquiciante en el que no se logra una coalición mayoritaria cuyo resultado sería la paralización de la acción de Gobierno, el vacío de poder, la carencia de un proyecto definido y un proceso legislativo fragmentado y caótico.

Benjamín Colamarco Patiño

Panamá, mayo de 2018

EL REDISEÑO DEL APARATO PÚBLICO

El contexto de complejidad y vertiginoso cambio que caracteriza la realidad actual, desafía a todos los gobiernos sin excepción, a nuevas prácticas y formas de organización para dar respuesta a las demandas crecientes de la sociedad. En este escenario, el Estado es un actor central en el proceso de producción de las políticas públicas, pero hoy, como nunca antes en la historia moderna, comparte el escenario con múltiples actores que tienen sus propios proyectos de transformación social.

Los gobiernos son demandados de forma creciente por una ciudadanía que tiene mayor poder de incidencia; basta tener presente el peso que las nuevas tecnologías de la información pusieron en manos de los ciudadanos a través de pequeños dispositivos inteligentes de comunicación, como también la de articular sus demandas a través de las redes sociales.

Gracias a la generación de conocimiento que posibilita Internet, cada vez más el conocimiento distribuido es más potente que el conocimiento individual. En este contexto, ya no se puede entender las políticas públicas como un proceso centrado en el saber experto de unos pocos; en cambio, el intercambio de datos, información y conocimiento entre los actores relevantes en cada ámbito de las políticas públicas, permite construir mejores respuestas a los crecientes desafíos que enfrentan los gobiernos. Este proceso colaborativo solo puede ser entendido en el marco de nuevas formas de liderazgo, superando los liderazgos egocéntricos característicos del siglo XX y dando paso a liderazgos socio-céntricos para potenciar la construcción colectiva.

Frente a estas transformaciones, en un espacio de producción social que se complejiza cada vez más, los gobiernos y la política enfrentan el desafío de rediseñar sus estructuras y prácticas de trabajo que fueron pensadas y diseñadas para épocas pasadas.
En un contexto de sociedad-red, el desafío es pasar de sistemas de información donde sólo la cúpula tiene el mayor grado de información, a un sistema integrado donde todos los componentes tienen acceso a la información y por ello, todos los componentes pueden elaborar respuestas a presiones o cambios del entorno. Sólo con información disponible y relevante, se encuentran las respuestas adecuadas.

La información tradicional (leyes, regulaciones, directivas, instructivos) se caracteriza por la alta despersonalización, el uso de jergas oscuras, ausencia casi de imágenes, gráficas o esquemas, ausencia de mecanismos interactivos de consulta, etc. Los movimientos del “Lenguaje Llano” o Plainlanguage – que plantea producir documentos públicos fácilmente comprensibles por los ciudadanos – han sido continuados por la experiencia en la Web, donde texto, imagen, sonido, video, audio e hiperlinks construyen una base de información multicapas, rica y abierta, que no solo apela a la lógica estructurada sino que llega a niveles de emotividad esenciales para cualquier comunicación humana eficaz.

El nuevo entorno con su complejidad y velocidad define un nuevo sistema de legitimación del juego político, en el cual un proyecto sólo es sustentable en el tiempo en la medida que logre acuerdos más amplios en un juego multiactoral. En el actual contexto, los ciudadanos no son receptores pasivos de los procesos de política, son sujetos de acción. Por ende, el proceso de gestión gubernamental implica reconocer que “allá afuera” hay muchos “otros” que tienen algo para decir.

Los sistemas democráticos se legitiman en las urnas, pero no alcanzan votaciones cada 5 años para sostener la legitimidad democrática. Esto obliga a repensar un modelo de Estado que sea permeable a las opiniones de los ciudadanos y tenga en sus diseños esquemas de transparencia, participación, colaboración y ordenamiento que permitan aprovechar la energía creativa e innovadora de los ciudadanos.

TRANSPARENCIA: ¿Por qué un gobierno transparente y con apertura de datos? Porque un gobierno que distorsiona la información no le puede pedir a la sociedad en los momentos de crisis que le tengan confianza, la confianza se gana en cada acto de gobierno.

PARTICIPACIÓN: ¿Por qué fomentar la participación ciudadana? Porque un gobierno que se encierra en los procesos de toma de decisión, no puede esperar que sus errores sean comprendidos, ni sus aciertos potenciados por los que no fueron invitados a participar en el proceso de producción de las políticas públicas.

COLABORACIÓN: ¿Por qué fomentar la colaboración? Porque un gobierno inteligente aprovecha el conocimiento distribuido en la sociedad para potenciar sus respuestas a los problemas que enfrenta. Un gobierno participativo promueve el derecho de la ciudadanía a colaborar organizada y activamente en la formulación de políticas públicas y facilitar el camino para que las administraciones públicas se beneficien del conocimiento, ideas y experiencia de los ciudadanos. Un gobierno colaborativo compromete e implica a los ciudadanos y demás agentes sociales en el esfuerzo por trabajar conjuntamente para resolver los problemas. Ello supone la cooperación y el trabajo coordinado no sólo con la ciudadanía, sino con las empresas, asociaciones, los gremios, los sindicatos, y permite el esfuerzo conjunto dentro de las propias administraciones, entre ellas y sus funcionarios transversalmente.

ORDENAMIENTO: ¿Por qué es necesario el ordenamiento? Porque sin un orden lógico y secuencial de instrucciones, operaciones y procesos simplificados, abiertos y ordenados, acompañados del perfeccionamiento y profesionalización de la función pública, sería muy difícil dar un salto cualitativo hacia la transformación de la estructura gubernamental.

¿Pueden los gobiernos desatender esta nueva realidad? Creemos que no, bajo el riesgo de quedar anquilosados en la inoperancia, bajo la presión de otros actores sociales. El viejo Estado “burocratista”, con una visión unidireccional, debe dejar paso al nuevo Estado “relacional”, que debe procurar articular la interacción social y en donde los aspectos intangibles como la información y comunicación son centrales para movilizar recursos públicos y privados en pos de enfrentar los problemas sociales. En esta visión, la interacción con múltiples actores es central.

En este sentido entendemos que la actitud más inteligente, es que la política, los políticos y las burocracias estatales tengan capacidad de adaptación a esta nueva realidad. Dependiendo de cuál sea la actitud de la dirigencia política, las TICs y las redes sociales pueden ser causa de su creciente deslegitimización o pueden ser un potente aliado para reconstruir la relación de los políticos y los partidos políticos como eficaces interlocutores sociales.

El desafío del PRD no es solo pensar y escribir mejores políticas públicas a favor de nuestro compromiso con los panameños y panameñas. Debemos ser capaces de gestionar una Administración Pública al servicio de un Panamá inclusivo, educado y capaz de vincularse al mundo de una manera inteligente; necesitamos pensar nuevas reglas de gestión sobre las que operan las administraciones públicas, reglas que hoy están dominadas por las rigideces, por el “burocratismo”, por la ausencia de un espíritu innovador que impiden respuestas eficaces. Debemos encarar las reformas necesarias para la apertura cooperativa con otros actores sociales.

Para ello, me atrevería a proponer cuatro (4) dimensiones para repensar las organizaciones públicas: a) fortalecer los ámbitos de conducción del Proyecto de Gobierno; b) modernizar los sistemas de gestión transversal de la administración estatal; c) incorporar la participación organizada de la ciudadanía como elemento sustantivo de las políticas públicas; d) rediseñar los sistemas de información estatal para actuar en red.

Estas ideas conllevan una nueva mentalidad y un abordaje distinto, para ir más allá de los caminos conocidos, bajo la premisa superadora de un enfoque sistémico y trans-disciplinario, es decir, considerando todas las partes que se interrelacionan, abarcando varias disciplinas de manera transversal, lejos de la vieja idea de la verticalidad departamentalizada a la que estamos acostumbrados.

Benjamín Colamarco Patiño

Panamá, 09 de mayo de 2018