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Sin ideología y sin propósitos compartidos, no hay Partido

En el contexto de la situación actual del PRD, algunos luchamos por transformar las condiciones en las que hemos quedado, con la plataforma del Partido sin capacidad de recomponerse, carentes de liderazgo colectivo, faltos de visión estratégica y divorciados de nuestros principios e ideología, mientras hay quienes piensan (egocentrismo “mesiánico”), que ya son “nuestra propuesta presidencial para el 2019”, sin darse cuenta que sin un partido que haya emprendido el camino de la reforma y la regeneración Revolucionaria y Democrática, que nos vuelva a posicionar en el punto de equilibrio que la sociedad demanda, propiciando un nuevo pacto social, coherente con los principios del Torrijismo y con una amplia visión de país, toda aspiración individual será prematura e inconveniente a la vista de propios y extraños.

Estemos claros: ¡Sin Partido y sin claridad programática, no hay victoria!

 

Del Partido de Ideales al Pragmatismo Fenicio

Al calor del Proceso Revolucionario, con el liderazgo de Omar Torrijos, promotor de amplias alianzas y gestor de transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas, en 1979 se funda el PRD, como organismo político nacional, comprometido con la preservación y profundización de las conquistas sociales y sobre la soberanía nacional que se han logrado en Panamá.

Pero, paulatinamente, durante los últimos años, el PRD ha ido transformándose en un organismo pragmático – clientelista y gradualmente se ha desideologizado.

Los resultados de las elecciones del 4 de mayo pasado  nos indican la necesidad volver a un cauce que nos permita recuperar nuestros ideales y establecer una efectiva conexión con la sociedad y los electores.

Muchas pueden ser las razones de la derrota.  No pretendemos detallar todas las causas ni todos los efectos de lo ocurrido, pero sí un compendio de situaciones que nos puedan servir para un análisis más preciso de la realidad.

Los problemas de la campaña y el Partido:

  • Incapacidad para crearle viabilidad política a alianzas partidarias sólidas y bien estructuradas.
  • Debilidades en la capacidad de procesamiento y análisis estratégico (de valor) de la información y los datos.
  • Inexistencia de un sistema “sensor” (como los aparatos detectores de humo en los edificios) que pudiera advertir posibles contingencias a una SALA DE SITUACIONES (que no se estructuró).
  • La Campaña tuvo dificultades para lograr definir y estructurar decisiones estratégicas y tácticas. Nunca se hicieron análisis tecno-socio-políticos de los escenarios; peso de los actores, entorno, problemas relevantes, acumulaciones, flujos, datos medibles, etc.
  • El Jefe de Campaña, falto de experiencia, pasó problemas para implementar y dar seguimiento a las decisiones. Se respiró durante toda la campaña un ambiente de improvisación.
  • No hubo un equipo analítico que recomendara las posturas sobre temas críticos como Partido.
  • Los asesores internacionales desempeñaron un papel confuso, divorciados de la realidad y del contexto panameño, y además intervinieron en temas operativos, descartando los equipos nacionales.  No entendieron la necesidad de crear a tiempo una plataforma informática sólida, funcional, abierta, descentralizada y segura, que sostuviera el sistema de información, una BASE ÚNICA DE DATOS y la construcción del PADRÓN DE MOVILIZACIÓN, sistémico, geográficamente referenciado (parcelas geográficas), vinculado a los centros de votación.
  • No se activaron integralmente las estructuras del Partido ni sus cuadros dirigentes institucionales e históricos, ni fueron incorporadas en tareas específicas dentro del plan general de campaña, tanto a nivel territorial (geográfico) ni local, ni nacional.
  • La gestión estratégica de campaña nunca logró que funcionara un soporte técnico político organizativo que articulara y coordinara el desarrollo de las acciones y les diera asistencia para poder lograr que aumentara el sustento o la adhesión a los 3 ejes, ángulos o vértices que constituyen el triángulo de las adhesiones: a) el candidato; b) la base ideológica y de tradición que sostiene el partido y c) el programa de Gobierno que se le presentaba a la Sociedad (Plan de Todos).
  • Nos quedamos cortos al considerar los procesos mentales, los límites cognitivos y las expectativas reales de los votantes.
  • La organización del PRD se percibió débil y fraccionada. No hubo buena comunicación entre las estructuras de campaña, las del partido y las del territorio.
  • Nunca se resolvió realmente ni el sectarismo ni cierta “arrogancia” excluyente a lo interno de los grupos en el Partido (“Ola azul vs. los otros”). Tampoco se logró integrar totalmente los diversos grupos o corrientes internas.  Con cierta regularidad se desdeñaron la experiencia y las acumulaciones de altas personalidades del PRD.
  • En el “juego social”, los adversarios nos mantuvieron siguiendo las jugadas que ellos ponían sobre la mesa. Nosotros apenas reaccionamos tratando de neutralizar las jugadas del adversario, sin planificar conforme a nuestra estrategia, para anular la jugada del adversario y ejecutar nuestra propia jugada sobre la mesa.
  • No hicimos mucho para descalificar, neutralizar y opacar la campaña de J.D. Arias (Mimito, CD), quien se autodefinió por algo que no es. Por otro lado, descuidamos el seguimiento de las acciones de Varela y su alianza. Varela logró venderse como un candidato más genuino y comprometido.
  • Nuestra personalidad institucional e identidad partidaria se fue desdibujando, hecho que, entre otros, nos ha conducido a transitar desde Partido Político con propósitos, valores, ideología y doctrina claramente definidos (Torrijismo, Socialdemocracia, ubicados en el Centroizquierda democrático), hacia lo que yo llamo “club electoral” ultra pragmático, desideologizado, enfocado en lo táctico electoral y no en construir, desde la base, la idea de nuestra capacidad de gobierno para gestionar el cambio social, identificar y procesar problemas relevantes, intervenir en la realidad y transformarla en la dirección de nuestros principios y objetivos programáticos.
  • No se logró revitalizar nuestra alianza histórica con los dirigentes del CONATO, con quienes nos vincula una historia que se fortaleció desde 1973 (cuyas bases surgen con el Código de Trabajo aprobado por el Gobierno Revolucionario en 1972) y con los compromisos surgidos del Primer Encuentro Obrero de 1978, en presencia de Omar Torrijos. Su incorporación como núcleos de adhesiones y de movilización, como actores coadyuvantes en la construcción de una alternativa creíble y socialmente amplia y justa, fue desdeñada por la Jefatura de Campaña.
  • Se quedó corta la construcción de alianzas con otros grupos de la sociedad y con otros organismos políticos independientes debido  a la falta de canales de comunicación directos y funcionales con la dirección de Campaña y por la falta de incentivos de participación en la definición de contenidos adecuados para sumar adhesiones a nuestra propuesta.
  • Los voceros designados de campaña, parecían desarticulados y en muchas ocasiones dieron la impresión de estar improvisando, faltos de entrenamiento, base política y guía.
  • Nuestro Candidato a la Presidencia, no logró reflejar claramente los valores que la sociedad demanda.  Se percibió cierta falta de contundencia y determinación en el discurso. La expresión corporal de nuestro candidato, generó desconfianza en algunos estratos de electores. Las opciones y las PROPUESTAS que se plantearon, fueron muy diluidas e imprecisas.
  • Las comunicaciones, “cuñas” publicitarias y la propaganda, fueron una debilidad durante toda la campaña.
  • No se logró que las estructuras de campaña, de circuito y de corregimiento se integraran totalmente.  Aunque se definieron los organigramas para cada instancia, no se logró constituir equipos de trabajo funcionales, con el agravante de que no se invitó, ni se les entregaron tareas específicas ni a los Directores, ni a los Delegados nacionales del Partido, ni a las personalidades del Torrijismo, presentes en las áreas.
  • No se logró controlar las fuentes de FRICCIÓN internas durante la Campaña, ni en el CEN.
  • Perdimos la conexión con los electores.

 

Pero hubo elementos sustantivos que afectaron “mortalmente” la campaña, a saber:

  1. Un manejo inadecuado de la reunión “casual” en las oficinas de Mello Alemán, en la que se encontraron JCN y RM. Ese manejo inapropiado, generó altos niveles de desconfianza respecto de nuestro candidato en el electorado identificado con la oposición.
  2. Las contradicciones a lo interno del CEN y en algunas instancias y corrientes del Partido generaron la percepción de división  interna y sectarismo, que nunca fue subsanada.
  3. El enfrentamiento directo contra RM, para posicionar a JCN como líder de la oposición democrática, se quedó corto por faltarle consistencia y el complemento de planteamientos con contenidos diferenciadores y propuestas alternativas directas, bien estructuradas en un discurso positivo, firme y claro, con esperanzas de futuro que se “conectaran” con la gente.
  4. El manejo del “caso” Messina – Pineda, la situación en San Miguelito, en vez de lograr distanciarnos, metió al Partido y a la Campaña en una vorágine que afectó sumamente a nuestra imagen.
  5. El proceder en la Asamblea de algunos miembros de la bancada PRD, en diversos temas de interés nacional impulsando leyes impopulares propuestas por el gobierno (verbigracia las impuestas reformas electorales) las cuales afectaban a los ciudadanos. Más que opositores, algunos parecían diputados oficialistas. De hecho, muchos catalogaban la forma de hacer oposición del PRD (CEN, y diputados) “demasiado cariñosa” por no decir nula.
  6. Nunca pudimos quitarnos de encima la “sospecha” de que había “tratos” con Martinelli lo que consciente o inconscientemente se relacionaba con la reunión en las oficinas de Mello Alemán.
  7. La campaña del Panameñismo, logró colocar bastante bien que el “circulo 0” de RM, era el mismo, con los mismos intereses que el de JCN.
  8. Todas estas divisiones y ambigüedades mandaban mensajes confusos a los votantes, más los errores de la campaña en cuanto a  que un día hablaban de “paila llena”, otro de cadena perpetua y cárcel para los menores (temas, estos últimos, que riñen con nuestros principios), después cambiaban de “slogan” sin decidirse por un norte claro en que enfocarse, dieron al traste con las aspiraciones presidenciales del PRD.
    Además, durante los debates nuestro candidato Navarro hablaba en modo de cuña, es decir, le preguntaban sobre algún tema y respondía apelando a las emociones de los votantes como si se tratara de una cuña, con “consignas” y demás máximas “ensayadas” en lugar de exponer sus propuestas de manera natural, menos teatral, con más fondo y más creíble.Como ejemplo de esta situación, podemos referir nuestra posición en el Debate de la Cámara de Comercio, que fue errática y a veces anecdótica, confrontativa, histriónica, superficial y alejada de las expectativas y las esperanzas de los televidentes y los radioescuchas.
  9. El abandono de las banderas del Torrijismo, el alejamiento de nuestros símbolos y compromisos históricos, la falta de fe en nuestros cuadros, sustituidos por personas sin experiencia, “novatos” en política y ajenos a los postulados del PRD, también nos afectaron. No permitieron el necesario balance o equilibrio entre experiencia y juventud.
  10. El PRD, en estas circunstancias, abandonó la posibilidad de construir una alternativa política con un fundamento ideológico Torrijista, Socialdemócrata, amplio y de avanzada. La campaña prefirió el pragmatismo político, apostando por los recursos, para mantener la maquinaria electoral en movimiento, pero no pudo liderar un proyecto político creíble, renovador y progresista.
  11. La Campaña y el CEN no lograron o no quisieron responder de manera contundente al discurso y a la propaganda de los adversarios de que en “40 años no se hizo nada”. Frente a esta crítica, la dirección del PRD y nuestro candidato se mostraron incapaces de asumir una defensa de la historia del Partido y de las realizaciones de nuestros gobiernos, lo que los propios dirigentes de la Campaña vieron como una fuente de “problemas” más que como un crédito que debe enaltecer. Esto quedó muy claro en la publicidad y las banderas en que resaltaba el color azul y el nombre Navarro, sobre el tricolor, el 11  y el PRD.
  12. Nuestro Candidato, el Jefe de Campaña y el CEN, nunca reflejaron la consistencia de una fuerza moral tan necesaria en esta campaña.

Panamá, 18 de mayo de 2014

Pongamos fin a la Política Tradicional

 

El Partido Revolucionario Democrático debe resolver el atraso de la teoría que sustenta el diseño de los sistemas sociales y rediseñarlos en la trayectoria de su proceso de evolución y desarrollo. Esto implica el diseño de las condiciones objetivas que hagan posible intervenir en la realidad política para transformarla y terminar con la forma en que durante los últimos años se ha hecho “política” en nuestro país.

Hay mucho más espacio para las ciencias, si aprendemos a teorizar sobre la práctica, sentenció Carlos Matus. Debemos hacer una propuesta coherente y profunda, que nos permita poner fin a lo que hemos visto hasta hoy y durante los últimos 20 años como “política tradicional”.  Veo, un proceso degenerativo que durante estos años nos ha llevado a desdibujar la razón de ser de la verdadera esencia de la política y de los partidos, con la preeminencia de intereses particulares, sectarismo y objetivos utilitaristas por encima de las grandes metas de largo plazo de la Nación panameña.

El político del futuro tiene que ser más profesional, debe formarse con una visión trans-disciplinaria (horizontal), que tenga claridad en el proyecto y en la dirección y orientación de la conducción del juego social cada día, evaluando y corrigiendo sus resultados. Debe conocer y entrenarse en el manejo de las herramientas, las ciencias y los métodos de gobierno. Debe tener la capacidad de ver más allá de los caminos conocidos y adelantarse a su época, debe ser un creador de caminos, al mismo tiempo que debe innovar y aprender de la realidad, con capacidad para examinar las reglas del juego social y rediseñarlas.

O le ponemos fin a la “politiquería”, al clientelismo y a la manipulación, reivindicando los conceptos altruistas y nobles de la POLÍTICA con mayúscula y formamos al NUEVO SER POLÍTICO, o la DEMOCRACIA no sobrevivirá conducida por los “brujos” y los “mercaderes” de la micro – política.

  Estoy convencido que los Torrijistas hoy, vamos a colocarnos a la altura de las responsabilidades históricas que debemos asumir, haciéndonos de esa capacidad de ver más allá de los caminos conocidos y adelantarnos a nuestra época. Si no usamos nuestra sabiduría y experiencia para crear esos nuevos caminos y transformaciones positivas, si no tenemos la capacidad de crear nuevas vías que nos conduzcan a la renovación y a una ulterior democratización de las estructuras del poder económico, social y político, seremos parte del problema y no lograremos ser parte de la solución.

No podemos pensar en atender los problemas y desafíos del Siglo XXI con las herramientas y conocimientos del siglo pasado. Si queremos hacer realidad, en las circunstancias de hoy, el sueño de UN SOLO PANAMÁ, integrado económica y socialmente, bajo el pabellón nacional, una vez resuelta la contradicción histórica Estado / Colonia, con la recuperación de nuestra plena integridad territorial el 31 de diciembre de 1999; no alcanzan nuestras prácticas de hace 20 años. Debemos ser capaces de estar a la altura del desafío, capacitándonos, actualizándonos y revitalizando las prácticas de nuestro partido.

Hoy más que nunca, esa es nuestra responsabilidad como militantes e integrantes de un partido que tiene entre sus objetivos la Justicia Social, la Equidad, la Igualdad, la Libertad y la Solidaridad. Ese ha sido nuestro sueño, un sueño que ha sido capaz de construir materia en el tiempo, un sueño que no puede desdibujarse y menos desvanecerse ante las circunstancias que vivimos dentro de una sociedad de contradicciones, conflictos, pragmatismo individualista y oportunismos, todo agravado por la ausencia de cultura política.

Apeguémonos a la letra y al espíritu de nuestra Declaración de Principios y al cumplimiento de los deberes de los militantes. Debemos, en esa línea de pensamiento, fortalecer a lo interno del PRD, un mayor compromiso e identidad con las ideas generales que nos UNIFICAN, que además son trazadoras de la direccionalidad de nuestro accionar en la sociedad. Nuestros documentos fundamentales, vale decir: Antecedentes Históricos; Declaración de Principios; Programa y Estatuto, son nuestros puntos de referencia y sintetizan nuestro análisis del presente y la acumulación histórica que recogemos; nuestra visión de país posible, necesario y deseable hacia el futuro y la organización y el método para conseguirlo.

Siendo esto así, los Torrijistas compartimos una concepción ideológica, un proyecto político con luces largas, delineado en el Programa, entendido como la propuesta de medios y objetivos que posibilitan el cambio hacia la situación esperada en procura del bien común, transformando la realidad para la gente, y un conjunto de valores y principios que deben ser el andamiaje que sustenta la unidad de todos en el Partido.

Allí radica la verdadera UNIDAD, aquella que trasciende el discurso vacuo o la retórica de coyuntura y se materializa en los propósitos compartidos y los objetivos comunes.

Algunos piensan que no es momento de hablar de valores, de ideología, de principios, de programas, de la formación integral del militante y mucho menos de nuestro compromiso de rescatar la dimensión ética de la acción política. Dicen que eso no lo entiende nadie, que es filosofía abstracta que no genera adhesiones. Conceptuamos que están equivocados, no puede haber práctica sin teoría, ni puede haber real transformación de la realidad para la gente, en la correcta  dirección, sin ideología y programa. Nos resistimos a que el PRD, que nuestro glorioso partido, termine convertido, como muchos partidos políticos de nuestro país, en un simple club electoral. En una agrupación que sólo vaya por los votos cada cinco años, promocionándose mediáticamente como si se fueran a vender latas en un supermercado, desenfocado de los problemas y las expectativas de la gente, ese es el riesgo que corremos si no reivindicamos la esencia de la política y la capacidad de reorientar a la sociedad.

En el año 2001, en el Congreso Extraordinario programático del PRD, adquirimos el compromiso de trazar el camino para construir durante el primer cuarto del siglo 21, una mejor sociedad, una sociedad ideal, coherente con esos valores, ideología y principios que nos identifican y nos unen.

No traicionemos nuestras convicciones e ideales, construyamos juntos la agenda del NUEVO SER POLÍTICO y de la UNIDAD. Debemos perseverar y perseguir nuestros sueños y los anhelos compartidos con todo un pueblo. Ese esfuerzo tiene solo un sentido ético y moral: construir una sociedad de oportunidades; una sociedad materialmente más equitativa, políticamente más democrática, socialmente más justa, y sobre todo una Patria soberana.

Ciertamente, bajo el imperio de la democracia, la capacidad de diálogo y de búsqueda de consensos no son factores accesorios, son elementos indispensables para la estabilidad, la previsibilidad, el fortalecimiento y la sostenibilidad institucional.

En un sistema democrático, la posibilidad de administrar las diferencias plantea un requisito básico: la necesidad de que los actores políticos, económicos y sociales reconozcan y respeten la existencia de otros intereses, demandas y concepciones diferentes. Recordemos que toda estructura social y política se consolida en virtud de la operación de controles sociales, por la existencia de normas, reglas y pautas que regulan la interacción de los individuos y grupos, con las tolerancias democráticas necesarias sin descuidar la preservación del orden y la disciplina. Desde nuestra perspectiva, sólo el diálogo tolerante, fluido, racional, responsable y permanente, permite que la democracia se convierta en un sistema eficiente y que los proyectos de largo aliento, de largo plazo, adquieran el carácter y dimensión de auténticas políticas de Estado.

Por eso, antes que desgastarnos en contestar a quienes torpedean desde los medios de comunicación, abonando en la dirección de quienes pretenden ver al PRD en desbandada, preferimos hacer propuestas, análisis y críticas constructivas en las instancias orgánicas internas, como lo manda el Estatuto. Debemos esbozar entre todos, desde la institucionalidad del Partido, una alternativa para mejorar la calidad del juego político. Y, mejorar la calidad del juego político, es mejorar las capacidades de nuestro partido para hacer realidad sus propuestas y programa de largo plazo.

PARTIDO POLÍTICO VS CLUB ELECTORAL

Entonces ¿Qué diferencia un verdadero partido político de un simple club electoral? Dos cuestiones tan obvias como ausentes del juego de la micro política, de la politiquería del clientelismo y de las prebendas.

La primera diferencia es que un verdadero partido político con vocación de transformación de la realidad en favor de la gente, debe contar con un CENTRO DE PENSAMIENTO («Think Tank»). Centro de Pensamiento que permita pensar el Panamá del 2021, el Panamá de los 200 años de nuestra independencia de España. Un Centro de Pensamiento que cuente con equipos de trabajo pensando en los problemas de Panamá, los problemas de hoy y los nuevos problemas que se presenten en el camino.

Para eso deben servir los partidos políticos: para recibir y canalizar inquietudes y trabajar en propuestas con una direccionalidad. Eso es pensar en el Panamá del mañana, en el Panamá que heredarán nuestros hijos.

¿Y cuál es la otra diferencia entre un club electoral y un partido político que transforma la realidad? La segunda diferencia tiene que ver con la capacidad del partido de ser un verdadero formador de futuros gobernantes en las ciencias y métodos de gobierno.

Necesitamos buenos técnicos pero con sensibilidad política y compromiso social. Necesitamos buenos políticos, pero con capacidad de entender y enfrentar los problemas técnicos del Estado. Necesitamos, en definitiva, formar una dirigencia que permita integrar equipos de trabajo con pensamiento técnico – político; con balance tecnopolítico.

GOBERNAR ES UN ARTE

En este sentido algunos piensan que el arte de gobernar puede reducirse a una disciplina del conocimiento. Que por ser un buen médico se es un buen Ministro de Salud; que por ser un buen economista se es un buen Ministro de Economía. Piensan que un título universitario basta para enfrentar los problemas de gestión de gobierno. Lo decimos por experiencia: No basta, es una fantasía simplificadora y tecnocrática. Gobernar es un ARTE, un arte con mayúscula.

Pero también les decimos que si bien el gobernar es un arte, hoy día no existe ninguna expresión artística sin un riguroso entrenamiento. No podríamos disfrutar del arte de cantantes, bailarines o deportistas, si éstos no se entrenasen para sostener y potenciar sus cualidades innatas.

No podríamos sentir el orgullo de contar con un deportista de la calidad de Irving Saladino, uno de nuestros mejores deportistas de la actualidad, que con seguridad tiene una condición natural, una condición innata que lo hace tener toda la potencialidad para triunfar; si el no se entrena, se forma, se esfuerza con constancia, para explotar toda su capacidad y transformarla en resultados concretos, medibles y verificables.

Cómo podemos pensar que la política, con la responsabilidad de administrar los recursos públicos y con los desafíos que impone la tecnología y las formas de producción del siglo XXI, puede administrarse improvisadamente, sin formarse en el manejo de las cuestiones públicas. No nos malinterpreten, no nos referimos a una escuela de administradores públicos.

Pensamos que gobernar es la capacidad de transformar la realidad y la realidad social impone conocimientos a los que las disciplinas de la universidad no responden y no hablamos tampoco de estructurar una escuela de formación interdisciplinaria. Hablamos de formar dirigentes políticos con un pensamiento transdisciplinario, capaz de enfrentar los problemas sociales que no reconocen criterios de eficacia únicos: ¿Dónde aprendemos a enfrentar e intercambiar los problemas ambientales con los económicos? ¿Los económicos con los sociales? ¿El crecimiento económico y los índices de precios al consumidor? ¿Y las complejidades de la gestión local y la organización comunitaria con el centralismo? ¿Cómo tomamos decisiones cuando están en juego valores como la libertad, la dignidad y la igualdad?

CENTRO DE PENSAMIENTO, ESCUELA DE GOBIERNO Y

ESCUELA DE CUADROS

Debemos ser capaces de institucionalizar en el PRD, con sentido moderno, una poderosa ESCUELA DE GOBIERNO, que forme a nuestros militantes Torrijistas como futuros gobernantes; que no aprendan en la misma práctica, sino que se preparen de antemano para llevar las ideas a la acción, pero respetando los principios y valores que expone y defiende nuestra propuesta política, nuestro programa de largo plazo, el de las «Luces Largas» como decía Ornar Torrijos.

Por eso, sostenemos que las ideas son muy importantes, que las estrategias son fundamentales, pero debemos ser conscientes de que hay que planificar para llevar las buenas ideas al terreno de la acción concreta.

Por último queremos decirles que no basta un CENTRO DE PENSAMIENTO para el Panamá del 2021; no basta con una ESCUELA DE GOBIERNO, debemos insistir en la FORMACIÓN DE CUADROS POLÍTICOS; debemos rescatar la idea de la política como el actor principal de la transformación social.

Debemos volver a la política, reivindicar las virtualidades de la esencia misma de la política como noble tarea, no tengamos vergüenza de una práctica altruista, expulsemos a los «mercaderes» de la política. Atraigamos a los jóvenes a la preocupación por los asuntos públicos, luchemos contra el individualismo, la falta de esperanza, la pérdida de valores y la «MUERTE DE LAS IDEOLOGÍAS».

EL PRD: SOCIALDEMÓCRATA Y TORRIJISTA

Nosotros tenemos una firme convicción ideológica SOCIALDEMÓCRATA y TORRITISTA que promueve el pluralismo y el desarrollo humano, incluyente, integral, participativo y sostenible, en beneficio de todos los sectores sociales, especialmente de los menos favorecidos.

Luchamos por un orden social donde impere la democracia política, la democracia social y la democracia económica.

Nuestro partido debe encontramos hoy unidos para fomentar, mediante nuestros esfuerzos conjuntos y visión compartida, el interés nacional, basándonos en un Torrijismo de avanzada y en esos principios que nos identifican, que se articulan en nuestro Programa de largo plazo. Consolidemos hoy la organización partidaria, la disciplina y el trabajo en equipo, ampliando paralelamente los espacios de participación organizada de los militantes desde la base, en los procesos decisorios, para la ejecución de nuestra plataforma política, reconstruyendo una opción de poder desde la oposición democrática. Esto pasa por el indispensable fortalecimiento institucional del PRD.

En la coyuntura, se nos abre la oportunidad de definir la mejor manera de organizar el futuro.

Debemos acelerar la puesta en vigencia las estructuras partidarias intermedias y de base, consignadas en nuestro Estatuto y promover la organización en todos los corregimientos de las ESTRUCTURAS DE TRABAJO COMUNITARIO (ETC) de manera capilar (art. 147, 148, 149, 150).

Es preciso que las COMISIONES ESPECIALES consignadas en el Capítulo X, artículos 65; 66; 67 y 68 del Estatuto del PRD vigente, hagan los análisis sectoriales y propongan alternativas de solución a los graves problemas e iniquidades que sufre nuestro país, jugando el papel que le corresponde como organismo auxiliar en la definición de las políticas del partido hacia la sociedad.

Pero no hay posibilidad de cohesión institucional y consolidación de las adhesiones a la propuesta del Partido, si no estructuramos e institucionalizamos a nivel nacional, en todas las Áreas de Organización, la ESCUELA TORRIJISTA DE FORMACIÓN POLÍTICA Y GOBIERNO “Ascanio Villaláz”  del PRD.

Tenemos la convicción de nuestra voluntad de acción en la dirección de los objetivos estratégicos que compartimos los Torrijistas de ayer, hoy y mañana, la acumulación que garantiza certeza de lo que hacemos y la capacidad de aportar todo nuestro esfuerzo y experiencia, en la correcta dirección histórica demandada por nuestra membresía militante.

Dr. Benjamín Colamarco Patiño

Panamá, 11 de marzo  de 2011.