Pensando…

Con relación a la situación en el PRD, la Fuerza de Tarea Institucionalista/ Torrijismo en el Siglo XXI (FTI T-XXI), como corriente de pensamiento crítico, ciertamente estamos en la absoluta marginalidad, sobrepasados por los hechos del «poder» fáctico y «estructural», que se refuerza y recrea con la dinámica centrípeta del «status quo», del cambiar cosmético para NO cambiar nada (¡¡!!). No necesitan consultar a nadie, con ellos mismos y sus alianzas tácticas les bastan y les sobra. Se trata de juegos y jugadas de «acomodo» y «re-acomodo» en un tablero de juego trucado en orden a determinados diseños y reglas que favorecen su manejo «fenicio», clientelista y oportunista. La «desestructuración» de la sociedad, el consumismo extremo, la «figuración vacua”, les permiten moverse tranquilos, negociar y hacer ver que lo de la IDEOLOGÍA, los objetivos superiores y los valores para crearle viabilidad a una mejor sociedad, son cosas del pasado, desfasadas e incomprensibles a la luz de la realidad práctica de hoy.

Mientras nosotros apelamos a valores cualitativos, a hacer las cosas diferente, a rescatar valores y principios fundamentales…por la centralidad del ser humano, por la universalización de los derechos, por la búsqueda de la satisfacción de las necesidades sociales y la felicidad, ellos y su «mayoría en la estructura», optan por la fuerza de su correlación, por el totalitarismo pragmático, por la negociación de intereses subalternos, colocando la «centralidad mercantil» como base de todo lo que hagan en la ruta de mantenerse en la cúpula.

Conceptúo que nosotros llevamos las de «perder» en ese «juego» falseado. Pero eso no quiere decir que dejemos de pensar, de fomentar consensos con otros, de conversar con quienes aunque dispersos, tenemos ideas comunes y objetivos compartidos. Existe un sustrato político-social, al que todavía podemos apelar, al que el Torrijismo que llevan por dentro, tan íntimo como sus propias convicciones y reflexiones profundas, les sigue significando algo diferente de lo que estamos viviendo en la sociedad del Panamá de hoy, cargada de contradicciones, pero también, aunque parezcan lejanas, de esperanzas.

Benjamín Colamarco Patiño

30 de abril de 2015