discursos

Cinta Costera: Una Avenida Hacia el Futuro

Hace numerosas décadas, a principios del siglo XX, no existía nada de lo que hoy conocemos como la Avenida Balboa. Hoy en día, todavía podemos escuchar personas que recuerdan vívidamente aquella época cuando en compañía de amigos y familiares se recreaban en las límpidas aguas de la bahía que enmarca nuestra ciudad. Aquellos momentos de solaz y esparcimiento familiar en esa costa, son historias y recuerdos que nuestros abuelos aun evocan con nostalgia.

Resulta evidente que con el correr de los años, los vientos de modernización y progreso han llevado a nuestra ciudad a pasar por un proceso de deshumanización paulatina, donde esta preciosa costanera, otrora lugar de referencia de la magnificencia y esplendor de una ciudad aun bucólica y plena de optimismo, se ha convertido durante los últimos 20 años, apenas en un lugar de tránsito vehicular, donde el caos y el bullicio cotidiano, alejan cada vez más del panameño citadino, la posibilidad de disfrutar de la belleza natural característica de una ciudad bañada por este portentoso mar del sur.

En este sentido y aunque los nuevos tiempos requieren modernizar nuestra urbe capitalina, desde la perspectiva del Gobierno Nacional nos corresponde velar por la preservación de los espacios públicos y sociales, por lo que hemos vislumbrado la concepción de este magno proyecto que ya finalmente comienza a materializarse, no tan solo para solucionar un problema vial de larga data, si no mas bien con el deseo de devolverle a los panameños aquellas áreas y momentos de esparcimiento y solaz de los cuales tanto disfrutaron nuestros antepasados, trazando con paso firme el rumbo a seguir en el camino hacia el rescate de la calidad de vida que tanto merece nuestra gente.

Estamos plenamente convencidos de que este sueño largamente anhelado por generaciones de panameños, que han visto como merced al desarrollo inmobiliario paulatinamente se han reducido los espacios públicos, se está convirtiendo en  corto tiempo en una formidable realidad, en la medida en que vayamos ganándole terreno al mar que generosamente baña nuestras costas, y con verdadera vocación de servicio público podamos ir convirtiendo estos espacios en nuevas y amplias áreas verdes y de parques surcados por veredas para la circulación y esparcimiento de personas, pasos elevados peatonales para preservar su seguridad y la de sus seres queridos, ciclovías para promover una vida natural y sana, y sitios de entretenimiento y fomento de la actividad cultural, como corresponde a una Gran Ciudad, que piensa y se debe a su GENTE.

Si bien es cierto, la Cinta Costera de la Ciudad de Panamá, tendrá efectos positivos y beneficios innegables para la circulación de nuestro inmenso parque automotriz a lo largo y ancho de la ciudad, pues posibilitará la conclusión del anillo de circunvalación vial que facilitará el acceso a los diferentes puntos, su verdadero potencial radica en su vocación para posicionarse como el destino preferido para visitar y frecuentar en familia. Es decir, tendremos finalmente la oportunidad de vivenciar con orgullo, una nueva relación de amor con una ciudad cada vez mas amigable y propicia para el desarrollo de sus habitantes.

Los fríos  indicadores económicos cada vez muestran números mas calientes cuando se refieren al desarrollo de nuestro país, principalmente cuando aparecemos como el país más globalizado de América Latina, cuando el Fondo Monetario Internacional y la CEPAL de Naciones Unidas nos promueven como la economía de mas rápido crecimiento en Latinoamérica, o aun cuando el Foro Económico Mundial nos sitúa en el tercer lugar de competitividad regional, precedidos apenas por Chile y México. Estos índices nada representarían si el estado de bienestar que deben reflejar, no se traduce en obras que como la presente, van encaminadas a promover el desarrollo integral y el mejoramiento de la calidad de vida de nuestra población.

Por tal motivo, estamos seguros de que esta obra insignia del Gobierno Nacional, encabezado por el Señor Presidente Martín Torrijos, además de contribuir decididamente a transformar la dinámica vial de nuestra metrópoli y servir de plataforma para el gran proyecto de saneamiento ambiental de la Bahía de Panamá, introducirá una modificación trascendental en la relación que los panameños mantenemos con nuestra ciudad, pues no solo tendremos una ciudad con un nuevo y remozado rostro, una nueva y fabulosa tarjeta de presentación, sino que por medio de la Cinta Costera y los proyectos conexos, podremos no solo mirar el pasado con nostalgia de mejores tiempos, pues podremos aun mirar con orgullo el presente y vislumbrar con confianza el futuro.

Estamos construyendo y recuperando espacios públicos para la gente, para su uso y disfrute constante. Lo que tuvimos en la Avenida Balboa desde hace más de veinte años, quedará como un mal recuerdo del pasado.

Ministro Benjamín Colamarco Patiño

07 de febrero de 2009

Presentación a propósito de las palabras del Dr. Benjamín Colamarco Patiño en el Aeropuerto de la Ciudad de Penonomé el 31 de julio

Cumpliendo con la hermosa y sentida tradición de evocar la trayectoria del General de División Omar Torrijos Herrera, el día 31 de julio, fecha de su desaparición física, el Partido Revolucionario Democrático, vale decir, el pueblo todo que lo admiró y acompañó en sus desvelos por una Patria con mayor justicia y equidad política y social, se congregó en el aeropuerto de la ciudad de Penonomé, para rendirle justo tributo de gratitud y reafirmación de los principios que sustentaron su lucha patriótica, soberana y popular.

En la ocasión y por honrosa delegación del  entonces Secretario General del Partido Revolucionario Democrático, y en ese momento Primer Mandatario de la Nación, Licenciado Martín Torrijos Espino, hizo uso de la palabra el Dr. Benjamín Colamarco Patiño, militante destacado de nuestra organización, compañero comprometido con la causa patriótica y miembro del equipo de Ministros que acompañó la gestión del Presidente Torrijos.

El Dr. Colamarco, inspirado por la conmemoración, improvisó su exposición y, de manera tanto analítica como didáctica, trazó una panorámica de las principales enseñanzas legadas por nuestro inolvidable «Viejo», destacando las responsabilidades que corresponden a la dirigencia y militancia del Partido, así como al conjunto de la ciudadanía en estos momentos de transición histórica, cuando nuestro país, reclama la necesidad de recuperar un liderazgo capaz de articular ideas, generar sentimientos de simpatía y lograr acuerdos que re-direccionen las acciones hacia el objetivo del bien común, materializando transformaciones socio económicas e institucionales innovadoras en procura de dar un salto cualitativo hacia el futuro.

He aquí las reflexiones expresadas en las sinceras palabras del Dr. Colamarco  Patiño,  transcritas, ajustadas y complementadas con pensamientos de Omar Torrijos, para su  amplia divulgación.

Adán Castillo Galástica

 

En 1968, cuando la Guardia Nacional irrumpió en el escenario político nacional, las circunstancias se plantearon en los términos en que el propio General Torrijos los recogió en ese documento fundamental que escribió poco tiempo antes de su desaparición física: «La Línea».  Allí expresa con claridad las razones objetivas que dieron, permitieron y posibilitaron el desarrollo del Proceso Revolucionario.  Y es que el “organismo político nacional”, como decía el General Torrijos, experimentaba los síntomas de la descomposición social acumulada durante muchos años, anteriores al  11 de octubre.  La clase política dominante, de corte oligárquico, que se alternaba en el poder y que mantenía un recambio en sucesión periódica permanente en el mandato del país desde el inicio de la República, se encontraba en su nivel más bajo de descalificación. Las contradicciones en función de sus particulares intereses, entre la oligarquía agraria y la oligarquía transitista, habían generado durante los años anteriores a 1968, con puntos álgidos durante las elecciones de ese año, caracterizadas por la violencia, la diatriba y el engaño, un profundo descreimiento en las instituciones y su progresivo resquebrajamiento. Grandes grupos humanos de la ciudad y del campo se mantenían marginados de toda opción de progreso y bienestar. Ante esas circunstancias, la oficialidad joven, como parte de la Guardia Nacional, tomó la decisión de irrumpir en el panorama político… “para erradicar los males profundos que se manifestaban en la epidermis social, para transformar  las cosas, para cambiar el rumbo, para enmendar la situación” y bajo el liderazgo del General Torrijos se fueron cumpliendo paulatinamente las etapas correspondientes y necesarias en la trayectoria evolutiva del movimiento revolucionario.

 

«TRABAJAMOS A PARTIR DE MENOS CERO CARIÑO»

 

El General Torrijos decía que cuando la Guardia Nacional irrumpió en el escenario ante las difíciles circunstancias que se vivían en el Panamá de ese entonces, accediendo al poder público el 11 de Octubre de 1968, se inició la revolución con «menos cero cariño» o sea “cero” confianza.  Y así lo escribió: Con menos cero cariño iniciamos esta transformación… «trabajamos a partir de menos cero cariño por parte del pueblo».  Pero también dijo que «estábamos bajo el absoluto convencimiento que teníamos la capacidad, la voluntad y la determinación de cambiar las circunstancias nacionales y romper ese matrimonio entre la oligarquía y malos predicadores con la Guardia Nacional y contraer nuevas nupcias con los más sagrados y más caros intereses del pueblo panameño».  Y emprendió, con la determinación de quien tiene la convicción de la razón y la fortaleza de sus ideales, ese Proceso de transformaciones acompañado de una pléyade de panameñas y panameños, con uniforme y sin uniforme, que se sumaron a ese esfuerzo transformador de la sociedad panameña.  Así, se fueron conquistando espacios en la conciencia y en los corazones de la colectividad istmeña.  Se fue estableciendo la arquitectura del entramado social y político, que debía sustentar a futuro ese proceso de transformaciones revolucionarias que él inició y que se fue profundizando a partir del 16 de Diciembre de 1969.  Se establecieron las etapas de ese proceso, con una visión de largo plazo y una orientación definida por el compromiso de cambiar viejas estructuras y modelos y servir a las comunidades. 

 

A través del PATRULLAJE DOMÉSTICO a lo ancho y largo de la geografía nacional, se fue recuperando espacios y ganando aquel cariño que fue creciendo en la gente, en los más humildes, de «menos cero cariño» a «mucho más que mucho cariño», según su propio decir.  Torrijos estaba en el convencimiento de que con el tiempo se había ganado el cariño suficiente para que se le diera un voto de confianza en la reestructuración del Gobierno Revolucionario.

 

  “Yo explicaba que un gobernante está más cerca de su pueblo en la proporción en que ese pueblo lo entiende más. La ley es más justa mientras más cerca está del hombre…” (Omar Torrijos, 1974, Discurso Universidad de Buenos Aires, invitado por Juan Perón)

 

«EL QUE DA CARIÑO RECIBE CARIÑO»

 

Decía al inicio, que el 31 de julio de 1981 el pueblo entero lloró su desaparición física, demostrando efectivamente que «el que da cariño, recibe cariño».  Y es que en aquel patrullaje doméstico, visitando comunidades, caseríos y pueblos olvidados por los gobiernos precedentes, fue conociendo las profundidades de las necesidades sociales de nuestra gente, tanto de los sectores urbanos, como en las áreas de más difícil acceso.  Se fue percatando que en esas comunidades existía o surgía siempre un líder natural, un vocero, un adalid de las reivindicaciones y de las esperanzas de esas comunidades y de esas culturas geográficamente ubicadas en nuestras provincias.  Comprobó sobre el terreno, con sus realidades, que ese liderazgo natural en las comunidades tenía una expresión genuina, valedera y profunda en el desarrollo de su pensamiento y en la claridad de sus planteamientos para con él como líder del Proceso Revolucionario: “…porque somos unos convencidos de que es imposible lograr una transformación profunda presionando desde arriba hacia abajo. Si ella no tiene su base de sustentación en el hogar, en el barrio, en la comunidad, esa transformación no se puede garantizar. Y por eso estamos empeñados en los programas de infraestructura social, de cobertura educativa, de Reforma Agraria, de Desarrollo de la Comunidad, de descubrir líderes, porque un proyecto es tan grande o tan efectivo como la calidad y la magnitud de los seres que lo dirigen” (Omar Torrijos). De allí surge, en el diseño de la arquitectura para la construcción del Proceso, la idea de la creación del Poder Popular.

 

 En 1972, a través de una amplia y democrática consulta popular, se cumple la primera etapa de ese proceso transformador de cambio institucional en la República de Panamá, con la integración por el voto directo, de la Asamblea de los 505 Representantes de Corregimientos, los Representantes del Poder Popular, instalada en octubre de ese año con poderes Constituyentes.  A partir de ese momento, con esa experiencia y esa visión transformadora, se profundiza la Revolución Octubrina y se produce el mayor porcentaje de esfuerzo colectivo para mejorar las condiciones y la calidad de vida del conjunto de la sociedad panameña: en lo institucional, creando nuevos organismos e instancias para la atención de las demandas ciudadanas; en lo Jurídico, nuevas normas, leyes y cuerpos legales que permitieran consolidar esa participación en las decisiones que afectaban al conjunto de la sociedad y consagrar los derechos de ciudadanía en igualdad de condiciones para todos; en lo Político, ampliando la participación popular a través de los organismos idóneos establecidos para tal fin.  Además se produjo la mayor transformación en términos de docencia y educación que se ha dado en este país.

 

«EL ALPINISMO GENERACIONAL»

 

   Pero ciertamente, en función de nuestra reivindicación nacionalista, y es muy importante señalarlo, supo recoger la acumulación histórica de lucha, de muchas generaciones de panameñas y panameños, que desde la firma del leonino tratado Hay-Bunneau Varilla de 18 de noviembre de 1903, lo dieron todo por la recuperación de nuestra plena integridad soberana y la desaparición de la «Quinta Frontera» que él definió también en sus escritos y en sus discursos, que se constituyó en la antigua y ya desaparecida Zona del Canal, una colonia extranjera en el corazón de nuestra Patria.

 

   Supo alzar la voz de la dignidad, denunciando ante Panamá y el mundo la vergüenza de la existencia de un «gobernador» Zoneíta, de un «procónsul» extranjero, usurpando nuestra jurisdicción, que él muy bien calificó en aquella enorme manifestación en la Plaza 5 de Mayo, cuando, apuntando con su dedo hacia la cerca oprobiosa del otro lado de la Avenida de los Mártires, en esa época llamada “Avenida 4 de julio”, con el orgullo y el patriotismo en el pecho : «¿GOBERNADOR DE QUÉ?».  Desde ese momento unificó en un solo haz de voluntades a los panameños y las panameñas en un proceso de reivindicaciones soberanas de nuestro pueblo para lograr desenclavar la ultima estaca colonial en nuestro país.

 

   Y así fue, paso a paso, construyendo viabilidad política y diplomática, para lograr el 7 de septiembre de 1977, la firma de los Tratados Torrijos-Carter y concitar para Panamá el apoyo internacional, no sólo de nuestros países hermanos de América, sino de los países del mundo.  En consecuencia, además del patrullaje doméstico fue también desarrollando el patrullaje internacional para convocar esa solidaridad con las luchas históricas del pueblo panameño y lograr así materializar la desaparición de esa «quinta frontera» del corazón de nuestro territorio.

 

  “El pueblo panameño tiene una conciencia clara de sus derechos y no hay factor político o de otra especie que logre dividirlo en cuanto haga referencia a la dignidad nacional” (Omar Torrijos, discurso en reunión con la empresa Goldman Sachs & Co.).

 

 

«LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA»

 

 

    Pero no se concentró únicamente en ese esfuerzo fundamental, soberano, justo, de nuestro país, sino que paralelamente mantuvo una constancia y una perseverancia extraordinaria para darle contenido a otros proyectos importantes en la transformación del Estado. En lo económico, en lo cultural, en lo político, en lo social, en lo institucional, se fue avanzando poco a poco.  En septiembre de 1977, se firman los Tratados, pero también se logran muchas aspiraciones del pueblo panameño: en la organización comunitaria, en la organización popular; con los Asentamientos Campesinos; el sistema cooperativo; las Juntas Comunales y Locales; las Juntas Agrarias; los Comités de Salud, la participación popular y la construcción de un Estado docente, con una profunda Reforma Educativa, que permitiese una educación pertinente, patriótica, científica, técnica, adaptada a esa realidad transformadora que se estaba dando en este país, convencido de que educar es liberar, educar es crear voluntades.  Reforma Educativa que, en octubre de 1979, nueve días después que entramos en la Zona del Canal aquel 1 de Octubre, cuando entran en vigencia los Tratados firmados en 1977, la politiquería retardataria de sectores adversos al cambio, de manera contradictoria, dan al traste con el proceso de Reforma Educativa cuyas consecuencias todavía sufrimos.

 

Lo que quiero destacar es que el General Torrijos no solamente se empeñó en el tema de las reivindicaciones soberanas, sino que mantuvo la constancia de darle coherencia al resto de las transformaciones necesarias para consolidar ese Proceso Revolucionario que debía caminar hacia el mejoramiento de las condiciones y la calidad de vida de los panameños y las panameñas y ampliar las oportunidades en el seno de la sociedad.

 

  “En lo social concentramos nuestro mayor esfuerzo. Queremos liberar al pueblo de su frustración; deseamos darle confianza en su capacidad de resolver problemas; tratamos de entregarle herramientas y de guiarlo y orientarlo con la palabra llana que él entiende; buscamos oportunidades que le permitan desarrollar su potencial”… “Ningún país conserva su estabilidad y orden si se mantienen grandes grupos humanos marginados del progreso”. (Omar Torrijos)

 

 ¿Y cómo no recordar el cambio radical y fundamental que tuvo una institución, por señalar apenas un ejemplo, como el Instituto para la Formación y el Aprovechamiento de los Recursos Humanos, el IFARHU?… La cantidad de panameñas y panameños que tuvieron acceso a la educación y la cantidad de compatriotas que lograron profesionalizarse, no solamente en Universidades o Centros de Educación Superior en Panamá, sino en el exterior.  Cientos y cientos de panameños beneficiados por el sistema de becas, potenciado a través del Seguro Educativo creado por la Revolución panameña, bajo el liderazgo del General Torrijos.

 

«UNA UNIVERSIDAD DEMOCRÁTICA Y POPULAR»

 

Cuántos panameños hoy recordamos con la tristeza de la desaparición física del General Torrijos, la oportunidad que ese Comandante y ese Gran Líder nos dio, para poder hoy posesionarnos de tantas conquistas sociales.  Cuánta gente, cuantos miles de panameños tuvieron la oportunidad de tener una movilidad social ascendente en virtud de esa ampliación de oportunidades en la educación superior y de profesionalización para el desarrollo del país.  Y cuántos panameños y panameñas, podrán decir hoy, aunque haya quienes mezquinos en sus pensamientos pretendan olvidar o quieran ignorar que la Universidad Nacional de Panamá se transformó con el General Torrijos, para dejar de ser una Universidad elitista y constituirse en una Universidad Popular, con acceso a miles y miles de panameños que antes de la Revolución Octubrina no tenían oportunidades de continuar la Educación Superior. 

 

Todo esto y muchas cosas logró el General Omar Torrijos, no solamente la recuperación del Canal que es efectivamente el hito más importante, pero no el único del Proceso Revolucionario.  Hubo un cambio sustantivo en la concepción del desarrollo y las alternativas para la gente.

 

“En lo cultural, buscamos ayudar al pueblo a que fortalezca su espíritu. Traducido al nivel nacional, ese espíritu es la nacionalidad panameña compuesta por sus tradiciones, historia y valores. En última instancia, es esa la primera fuente del desarrollo y, por ello, hemos de fortalecerla para que surja con toda fuerza positiva”. (Omar Torrijos).

 

«SUBLIMES IDEALES DE INDEPENDENCIA Y DIGNIDAD»

 

He escuchado a algunos comentaristas, decir que «la firma de los Tratados Torrijos-Carter era un hecho inexorable que se iba a dar, no importando las circunstancias». Lo que omiten es el hecho cierto que en 1964 después de los hechos aciagos del 9,10 y 11 de Enero, cuando se rompió relaciones con Estados Unidos, al reanudarse esas relaciones diplomáticas, se planteó negociar con la Nación del Norte, presentándose una propuesta de tratados, conocidos como los «Tratados 3 en 1», que fueron objetados por amplios sectores de la sociedad y de la Asamblea Nacional.

 

Lo cierto es que históricamente, cuando se trataba de negociaciones, prevaleció siempre una mentalidad y una actitud revisionista y no una voluntad y una determinación abolicionista, en la dirección de abrogar el Tratado de 1903.

 

Tal vez olvidan que con el General Torrijos realmente hubo un cambio sustantivo en la política de lucha con relación a la recuperación de nuestra soberanía.  Que no fue un hecho inexorable, ni mucho menos, la firma de los Tratados Torrijos-Carter, sino mas bien, la construcción precisa, determinada, organizada y premeditada del Comandante Torrijos y del equipo de Gobierno que lo acompañó en ese proceso.  Un equipo inspirado por sublimes ideales de independencia y dignidad, un equipo de trabajo constituido por hombres y mujeres, comprometidos con el proyecto nacional que él destacó y resaltó tanto.

 

“En lo internacional, buscamos presentar una imagen clara de lo que somos como país; queremos concluir una negociación sobre el Canal de Panamá que llene las aspiraciones justas del pueblo panameño, y buscamos acercarnos a nuestros vecinos en la formación de instituciones regionales y en la consolidación de la solidaridad latinoamericana”. (Omar Torrijos).

 

Costó mucho llegar a ese 7 de septiembre de 1977, en consecuencia, no puede bajo ninguna circunstancia considerarse como un “hecho inexorable”, repito, sino el resultado de un hecho construido y sustentado en una acumulación histórica y una voluntad política inquebrantable.  No reconocer que hubo un cambio radical en esa mentalidad de dirigente de Torrijos con relación a todo lo que hubo anteriormente, me refiero a la antecedente política revisora del Tratado de 1903 y su replanteamiento en procura firme de su abrogación como objetivo del Proceso Revolucionario, no reconocer todo esto, es no conocer, ni reconocer la historia de nuestro país.  Por eso el General Torrijos, es indiscutiblemente el líder más importante, más profundo, con mayor proyección de futuro que tiene la República de Panamá. La historia, en efecto, se encargará de reconocer  los méritos de ese dirigente nacional.  La imagen y la fortaleza del General Torrijos se mantiene firme y fuerte en el corazón de nuestro pueblo, y no solamente en las generaciones de los años 70 y 80 del siglo XX, sino que también en amplios sectores de la juventud nacional se encuentra permeada en su profundidad, la imagen de cambio y de reivindicación social del General Omar Torrijos Herrera.

 

   “Creo que el único mérito que yo tengo, es, precisamente, el de saber comunicarme con mi pueblo y el de saber que de la expresión más sencilla usted puede sacar grandes enseñanzas.

Nuestra lucha doméstica, el alza de la vida, el petróleo, todas esas cosas, lo llevan a uno a ocupar todo su tiempo. Yo llegué a pensar que la lucha por la liberación de nuestro país, por el perfeccionamiento de la independencia (como dice mi estimado canciller Tack) y que yo diría, por la erradicación de la bandera intrusa, era una batalla que estábamos librando solos contra un león, pero un león que tiene dientes y garras. Y llegué incluso a adoptar una actitud medio derrotista. Sin embargo, he sido fuertemente impactado. He sido impactado por la actitud del pueblo argentino al ver el calor humano con que nos han recibido y por ver el respaldo que ustedes le dan a nuestra causa”.

 

“Allá en Panamá tengo un gran problema, que es que nuestra juventud no cree en negociación sino en liberación. Pero yo no le quiero dar el pecho de la adolescencia a la gendarmería norteamericana. Y me cuesta trabajo convencerlos de que la liberación podemos conseguirla a costos sociales más bajos…

…Y es verdad que si uno es mandatario se pone a veces muy prudente aunque no quisiera serlo. Pero ellos adolecen de un defecto que quizás constituye su más grande virtud: el querer acelerar el proceso de cambios a velocidades que nos desmantelarían la carrocería estatal. Yo le digo a la juventud peronista, ahora hablando prudentemente, que el único hombre que tuvo vocación para acelerar, por presionar el acelerador del carro fue Fangio. Y si este peligro político existe, hay que estar conscientes de que la maquinaria estatal está constituida por miles de piezas, unas jóvenes, otras viejas, unas con grasa, otras sin grasa, y que si uno acelera mucho, todo se despedaza y es muy difícil, como dice el poeta, reconstruir un país con herramientas gastadas” (Omar Torrijos, 1974, Discurso en la Universidad de Buenos Aires, Argentina).

 

«UN LÍDER CON LUCES LARGAS MÁS ALLÁ DE SU TIEMPO»

Pero el General Torrijos no se quedó en el Siglo XX.  El General Torrijos murió en el pasado para vivir eternamente en el corazón de nuestro pueblo.  Sus proyecciones han sido tan preclaras que ha trascendido el Siglo XX y está con nosotros en el Siglo XXI.  Está con nosotros de la manera más literal posible.  Está con nosotros por nuestra ideología, por nuestro pensamiento, por los principios que encarnamos y por haber tirado La Línea con luces largas como él decía.

 

“Yo les agradezco sinceramente esta comunicación que hemos mantenido y la agradezco porque soy un devoto de la juventud, porque allí está el futuro. En esa juventud orientada, micro-organizada, que pelea, en esa lucha se van jerarquizando los futuros dirigentes de un país. Y cuando me dicen, cuidado con el imperialismo, a ellos solos se lo permito. Porque son celosos de sus fronteras  patrias, celosos de su bandera” (Omar Torrijos).

 

El General Torrijos enseñaba que había que saber conjugar o cambiar las luces, que si uno andaba siempre con las luces largas se podría chocar con el primer obstáculo que encontraba, pero si andaba con las luces cortas no podría ver la curva al final del camino, o ver más allá de la distancia limitada por esas luces cortas.  Me permito citar textualmente: «Hay que saber cambiar de luces constantemente.  Quien no usa las bajas, se tropieza con los obstáculos inmediatos, y quien no usa las largas, no llega nunca».  Que frase tan sencilla y cuán profundos los significados de esas ideas y conceptos del General Torrijos que supera la distancia de los tiempos y que nos ha permitido a nosotros los Torrijistas, saber efectivamente hacia donde vamos, saber poner las luces largas y conjugarlas con las luces cortas; saber distinguir entre lo estratégico y lo táctico; lo estratégico son las luces largas: el proyecto de país; y lo táctico las luces bajas: las tareas y objetivos intermedios.  Esto lo hemos aprendido los Torrijistas,  por eso, en mayo del año 2004, más de 714 mil panameños votaron por la propuesta Torrijista y esa proyección de luces las hemos asumido con responsabilidad y disciplina quienes mantenemos la vista firme en la construcción progresiva de una mejor sociedad, de una sociedad ideal.

 

 En el año 2001 iniciando el Siglo XXI, luego de haber desenclavado la última estaca colonial, habiendo recuperado nuestra plena integridad soberana y la administración por los panameños y panameñas del Canal de Panamá, hubo un punto de inflexión, un parte aguas en la historia nacional.  Se consolida nuestra verdadera independencia en virtud de los Tratados Torrijos-Carter que se manifiesta con la arriada de la bandera extranjera del corazón de nuestro suelo, cambia nuestra situación histórica y también cambia el Siglo.  Entramos a un nuevo milenio, con un nuevo contexto histórico, con otros escenarios sociales, con nuevas circunstancias, realidades y retos; con mayores desafíos.

 

«UNA VÍA PARA ALCANZAR UNA SOCIEDAD IDEAL»

En un mundo globalizado, en donde lo único seguro es el cambio, es preciso adaptar nuestra doctrina o ideología en orden a la dinámica relativa a la dimensión temporal en espacios variables de producción social, que se modifican constantemente.  Como quiera que una doctrina o ideología, define una vía para alcanzar la sociedad ideal de acuerdo al programa delineado, y siendo que la base principal de nuestra ideología es el proyecto o programa que proponemos para modificar, transformar y mejorar la situación presente o actual de nuestra sociedad, fue imprescindible producir un debate al respecto.

 

Así las cosas, en el año 2001 nuestro colectivo político toma la decisión para que de manera amplia y participativa discutiésemos, de abajo hacia arriba, la línea, las luces largas que debíamos utilizar para construir una mejor sociedad, porque esa es la aspiración y la voluntad de los Torrijistas: La construcción de una sociedad ideal donde haya democracia política, democracia económica y democracia social; donde prevalezcan los principios Torrijistas de libertad, de igualdad, de pluralismo, de justicia social y de solidaridad.  Entonces se discutió durante un año entero esta visión de largo plazo, esta visión de país con direccionalidad: definimos hacia donde queremos ir.

 

“NO HAY VIENTO FAVORABLE SINO PARA AQUEL QUE SABE ADONDE VA»

Hago un breve paréntesis para recordar una frase de Séneca, aquel filósofo de Roma de origen hispano latino inspirado en la doctrina estoica, a quien, dicho sea de paso, Nerón mandó a «suicidar» y de quien me permito citar: «no hay viento favorable, sino para aquel que sabe adónde va».  La profundidad de esa frase nos indica la necesidad de establecer un rumbo y seguirlo.  La brújula política del General Torrijos, definió la trayectoria en su momento y circunstancias; lo que él hacía era apuntar la línea hacia el objetivo final, las tareas intermedias o las tácticas le correspondían al equipo.  Analizando los hechos, nos percatamos de la claridad y visión de futuro que tenía cuando, como Arquitecto o Navegante, “diseñaba” y definía el rumbo del proceso de transformaciones, proyectándose con luces largas.

 

“…Pero estos problemas son mucho más fáciles de ser solucionados cuando se encuentra una comunidad, un pueblo que nos reta a poner la segunda parte, porque ya ustedes están dando el primer paso… Esta revolución no ha hecho más que encender el espíritu del pueblo, apagado por tantas generaciones”.

“Significa este gobierno un cambio de actitud en la vida del país. Un cambio que tiende a ayudar a quien más trabaja y a quien más necesita”. (Omar Torrijos, Reunión del Consejo General de Estado en Los Santos, 1971)

 

Retomando la idea, el partido de los Torrijistas panameños, el PRD, planteó la discusión de las luces largas, la definición del rumbo para el Siglo XXI, en el año 2001. Desde allí se estructuró la visión de país para los próximos 20 ó 25 años, es decir, las luces largas que deben indicarnos el camino durante el primer cuarto de este nuevo siglo.  La visión que queremos tener para construir esa mejor sociedad a la que aspiramos; una sociedad ideal.

 

Así queda consignado en nuestra nueva visión programática: «la Nación que debemos construir deberá sustentarse en la equidad y el desarrollo humano, mejorando la calidad de vida de todos los panameños y panameñas, para lograr una Nación física y moralmente saludable, con base en el principio de que el más valioso recurso del país es su gente, quienes asimismo han de ser los mayores protagonistas y beneficiarios del desarrollo nacional».

También se precisa que: «los Torrijistas, junto a los demás sectores patrióticos y democráticos de la sociedad panameña, constituimos la fuerza histórica capaz de asumir, en las nuevas circunstancias, la construcción de un nuevo país multiétnico y pluricultural, libre, próspero, justo, solidario, pacífico y soberano».

 

«NUEVA CULTURA POLÍTICA»

 

La orientación que adelantó en ese momento la dirección del partido, planteaba que los Torrijistas, dadas las nuevas realidades, debíamos desarrollar un esfuerzo consciente, activo y continuo de adaptación y flexibilidad, luchando por dotar al país de una nueva cultura política, y en virtud de la renovación de los métodos y prácticas del PRD, poseer una nítida identificación como el instrumento más idóneo de la sociedad para su necesaria transformación.

 

En la Declaración de Principios que surge de los debates amplios en el seno del Congreso Extraordinario Programático, quedó consignado que: «la doctrina y acción de los Torrijistas promueve una transformación de las estructuras injustas o atrasadas, para lograr el desarrollo humano, incluyente, integral, participativo y sostenible del país en beneficio de todos los sectores sociales, especialmente de los menos favorecidos, y convertirlo en una democracia moderna, pluralista, solidaria y participativa, sustentada en el desarrollo social, económico, político y cultural, en términos de una justicia y equidad sociales que corrijan las injusticias y desequilibrios históricos y donde se recompensen las aportaciones de cada uno al progreso y el bienestar generales».

 

Finalmente, se define al Partido Revolucionario Democrático, como: “una organización política permanente cuyo pensamiento político, fines y objetivos se inspiran en el ideario Torrijista y en los postulados ideológicos y programáticos de la SOCIALDEMOCRACIA”.

 

«COMPROMISO CON LA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA»

 Se reitera y consolida el compromiso con la preservación y desarrollo de la institucionalidad democrática y a partir de una renovada estrategia democrática, en el entendimiento de que la democracia es al mismo tiempo, medio y fin de la lucha política, nos dispusimos a ganarnos la confianza de la mayoría para que nuestro proyecto político nacional se ejecutara desde el gobierno.

 

En el 2004 ganamos las elecciones.  El gobierno del Presidente Torrijos asume la responsabilidad de conducir la nave del Estado durante un periodo relativamente corto, podríamos incluso identificarlo como las luces cortas, el lustro entre el año 2004 y el 2009.  Pero el proceso de cambios no se agota en ese lustro… el proceso no se agota en ese quinquenio, porque las luces largas nos señalan el camino para una transformación más profunda que no se logra ni se resuelve en el corto plazo, sino con el seguimiento de ese programa transformador que debatimos y definimos para los próximos 20 años.  Aquí radica la responsabilidad de nosotros los Torrijistas para con el conjunto de la sociedad panameña, para dar garantías de continuidad de ese proyecto transformador hacia una sociedad ideal, de oportunidades y de mejoramiento de la calidad de vida.

 Ciertamente, hoy que nos debatimos con nuevas realidades, con un entorno social y un contexto político complejo, tenemos que analizar con mucha claridad los acuerdos que tenemos como sociedad y como colectivo, para poder darle continuidad a ese impulso transformador que colectivamente debemos liderar.

 En la práctica política de gobierno, le correspondió al PRD, emprender con voluntad y decisión, en muy corto plazo, un paquete importante de reformas políticas, económicas, comerciales y sociales, que abrieran paso para el desarrollo del programa de largo plazo, en su fase inicial y que garanticen estabilidad económica y política.

 Queda claro, desde nuestra perspectiva, que es fundamental promover el crecimiento económico constante y sostenido, pero como Torrijistas y socialdemócratas estamos convencidos de que un crecimiento que no responda a imperativos sociales iría en contra del progreso.

 Por otro lado, los mecanismos de mercado no pueden garantizar por sí mismos el cumplimiento de los objetivos sociales del crecimiento económico.  Una política económica democrática tiene como legítima función promover el desarrollo que abra oportunidades de futuro a la vez que mejore las condiciones y calidad de vida del conjunto de la sociedad, especialmente de los estratos más débiles.

 

«UNA ECONOMÍA MÁS EFICIENTE, PRODUCTIVA Y EQUILIBRADA»

 A la luz del Programa de largo plazo del PRD, caminar hacia un orden económico más equitativo es necesario no sólo por motivos de solidaridad, sino también para crear una economía más eficiente, productiva y equilibrada.

 

Al final lo que perseguimos como proyecto, visto con luces largas, es la construcción de una sociedad de oportunidades, con derechos de ciudadanía fortalecidos, pero también con deberes que cumplir.  Una sociedad materialmente más equitativa, políticamente más democrática y socialmente más justa.

 

  “Cuando se hace un cambio, se debe cambiar de actitud, no una cara y un nombre, por otra cara y otro nombre. Si no se va a cambiar de actitud, es preferible dejar a la gente que se tiene, porque por lo menos tiene experiencia en ese tipo de actitud”. (Omar Torrijos).

 

Por eso, lo que debemos hacer los Torrijistas de hoy, con una actitud nueva y la mística de quienes nos sostenemos sobre una plataforma de  principios, valores y doctrina, es reverdecer nuestro entusiasmo, avivar el fuego de nuestras esperanzas y de nuestras reivindicaciones, consolidar nuestras fuerzas; unificar nuestro criterio y comprometernos para cumplir con esas tareas intermedias de las cuales nos hablaba Omar, siempre en la correcta dirección histórica, porque bien decía él que “más vale avanzar pocos centímetros en la correcta dirección, que muchos metros en la dirección equivocada». 

     Ese rumbo, esa direccionalidad que se deriva de su pensamiento, asimilado y procesado por sus mejores intérpretes, nos impele a recuperar nuestra IDENTIDAD política, para volver a ganar aquel espacio que hayamos podido perder o que nos quieren quitar, ocupar o “expropiar”: EL ESPACIO SOCIAL Y POLÌTICO DEL TORRIJISMO.

   Tenemos una clara ubicación ideológica, que se corresponde con un discurso coherente y una práctica política: la DEMOCRACIA SOCIAL…  esa de la mayor participación de los sectores sociales en las decisiones que los afectan, el de la plena vigencia de los principios fundamentales; aquel de la YUNTA PUEBLO – GOBIERNO, el de la organización y desarrollo de la comunidad, el del cooperativismo…el del Estado coordinador, laico y de bienestar…el de la reforma y democratización de la economía, el de la preservación de la dignidad nacional y la cohesión estatal nacional de la República; el de las alianzas con la gente.

    Hablamos entonces de que el reformismo, la construcción de consensos y la búsqueda constante de la conciliación entre eficiencia y justicia social; entre crecimiento económico y equidad; entre responsabilidad y libertad; entre nacionalismo e integración latinoamericana, ampliando las oportunidades y los derechos de ciudadanía en el seno de la sociedad, sin caer en el burocratismo y resaltando el valor de la solidaridad, pasa a ser el contenido esencial de la práctica política de los Torrijistas en la sociedad de hoy.

Esa es la conciencia que debemos tener, caminar en la dirección correcta, y seguir empeñados en ese camino para mejorar las condiciones nacionales y sus oportunidades.  En esas tareas intermedias, nos corresponderá a cada uno de nosotros jugar el mejor papel de cada cual, con unidad, con militancia, con lealtad, con fortaleza, con disciplina, con responsabilidad, con esperanza, con entusiasmo… porque no podemos ser Torrijistas si no somos optimistas, porque optimismo y Torrijismo son sinónimos.

 

  Las cosas se obtienen a base de perseverancia, esfuerzo y trabajo.  Estamos seguros que vamos a lograr nuestros objetivos estratégicos para que sigamos adelante en esa correcta dirección histórica.  De esta manera y sin la menor sombra de dudas, llegaremos finalmente a ese objetivo final liberador, donde el Comandante Omar nos espera firme, con un patriótico saludo militar

 

Benjamín Colamarco Patiño

La Ingeniería Civil y su compromiso con la Comunidad

CONGRESO DE INGENIERÍA CIVIL:

Tengo el honor de presentarme ante ustedes a nombre del Excelentísimo Señor, Martín Torrijos,  Presidente de la República,  quien ha tenido a bien designarnos para que les dirijamos las palabras de inauguración del Décimo Congreso de Ingeniería Civil, el cual se propone abordar el compromiso de la ingeniería civil con la comunidad, además de destacar la memoria del insigne Ingeniero ALBERTO DE SAINT MALO.

Quiero que sepan que cumplo el encargo del Señor Presidente con especial agrado porque durante el tiempo que tengo de estar al frente del Ministerio de Obras Públicas he tenido la oportunidad de disfrutar del trabajo en compañía de talentosos y dedicados ingenieros e ingenieras civiles que colaboran con la misión del MOP. También me es particularmente grata esta designación por tratarse de un evento del más alto nivel profesional que se propone ofrecer “soluciones técnicas a los diferentes problemas que confrontan nuestras comunidades con atención especial en los temas de transporte, comunicación y ambiente”. Estos temas son objeto del mayor interés del señor Presidente de la República y de su programa de gobierno.

El Presidente Martín Torrijos, ha plasmado su compromiso con la comunidad nacional en un programa de gobierno que se organiza en 4 grandes ejes que son: desarrollo humano sostenible; desarrollo económico con rostro humano; desarrollo de los servicios básicos e infraestructura y la reforma del Estado.

Estos ejes se intersectan recíprocamente precisamente al buscar  expresión real en las comunidades. Cuando nos habla de desarrollo humano sostenible se refiere a la incorporación de las comunidades organizadas, a la batalla para derrotar la pobreza en todo el territorio nacional y, en particular, en las zonas indígenas que es donde se concentra la pobreza extrema. Más aún,  aspiramos a que esto tenga lugar en un país cuyo ambiente sea saludable y sostenible y en el que predomine el manejo adecuado de los recursos naturales y el entorno humano con participación de las comunidades  y, en especial, de los gobiernos locales.

Su compromiso con el desarrollo económico con rostro humano se refiere a edificar un país competente y competitivo, se refiere también a la necesidad de contar con servicios básicos e infraestructura moderna al servicio de la gente: agua para todos, vivienda para los que no tienen y transporte público eficiente. Alude directamente a la necesidad de contar con una red vial nacional en buenas condiciones, con calles rehabilitadas en todo el país, sin descuidar los caminos de producción.

Evidentemente, todos estos propósitos y sus trayectorias de acción para alcanzarlos confluyen en las comunidades. Es a estas donde apunta el programa de nuestro gobierno.  Así pues, la solución a los problemas de las comunidades, con la participación de ellas mismas,  es el objeto esmero de nuestro gobierno y de los mayores desvelos del Señor Presidente de la Republica.

Para todos resulta afortunado que este magno Congreso de Ingeniería Civil de Panamá centre sus esfuerzos de reflexión y trabajo en “reafirmar el papel que desempeña el ingeniero civil en la búsqueda de las soluciones a los problemas nacionales que afectan a nuestras comunidades en los campos del transporte y medio ambiente. Los problemas de las comunidades constituyen lugar común tanto del Colegio de Ingenieros Civiles, de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos como del Señor Presidente de la República y nuestro gobierno. En tal sentido, generar soluciones técnicas es un propósito que nos une en estos momentos cruciales para el futuro de Panamá.

El Señor Presidente ha dicho que todos somos parte del mismo equipo, somos: “el equipo de Panamá”, y que nuestra responsabilidad principal es  ganarle la batalla a la pobreza, abriendo caminos, extendiendo las redes viales, llevando vivienda y  agua a todos cuantos podamos, actuando siempre con respeto por la naturaleza y  estableciendo una nueva relación con ella.  Se trata, en fin de cuentas, de trabajar juntos para “devolverle la esperanza” a los panameños.

Ustedes,  ingenieros e ingenieras civiles de Panamá,  son poseedores de un saber y una tecnología milenaria. Desde  el inicio de la civilización, la ingeniería ha estado ligada al progreso humano. En todas las épocas, han impulsado avances en las tecnologías de construcción y han estado ligados a las  pequeñas como a las  grandes obras de desarrollo y transformación del espacio urbano.  Junto a los arquitectos, son poseedores de una capacidad de idear, crear  y llevar a la realidad lo que nunca ha existido, aportando enfoque y soluciones técnicas innovadoras a los problemas del territorio y la geografía.  En fin, han estado y seguirán íntimamente ligados a la construcción de nuestro futuro como nación.

El futuro es un camino por construir

Con frecuencia el futuro es concebido simplemente como lo que viene después del presente, es decir, como continuidad segura. Pero yo creo que el futuro es también aquello que es diferente a presente y que se encuentra aún abierto a que se le diseñe y construya. Por eso sostengo que el futuro se construye. No sólo es factible conocerlo inteligentemente, sino que también es posible construirlo estratégicamente. El futuro es un camino por construir.   Desde esta perspectiva, el futuro de Panamá dependerá de lo que hagamos los panameños  en el camino para llegar a él, esfuerzo que, por cierto, no está exento de incertidumbres y riesgos.

Señoras y señores:

Ustedes coincidirán conmigo que vivimos tiempos de cambios y oportunidades.

Estamos, como bien ha dicho el Señor Presidente de la República, ante un reto formidable porque “el mundo ha cambiado y el Canal de Panamá también debe cambiar”, para que pueda seguir siendo eficiente, competitivo y rentable.  Después de casi un siglo de su construcción, nos encontramos ante esta disyuntiva: o lo ampliamos para que genere mayores beneficios para todos los panameños, o nos conformamos… “con el canal que tenemos” y la inexorable realidad de que a partir del año 2009, empecemos a observar rendimientos decrecientes en el canal.

Los Tratados Torrijos – Carter nos dieron la posibilidad de culminar el siglo XX en posesión de un Canal Interoceánico enteramente panameño y, en virtud de ellos, entramos al siglo XXI en posesión de un recurso estratégico mundial.  Durante 27 años hemos enfrentado  el desafío de administrarlo y dirigirlo  y lo hicimos bien y mejor.  Ahora, nuestro deber es hacer frente al desafío de ampliar su capacidad y prolongar su vida útil. El nuevo compromiso es comenzar el siglo XXI con un Canal moderno, competitivo y  al servicio de nuestro pueblo y también del mundo y que nos permita avanzar hacia un desarrollo nacional con carácter social.

No se trata solo del futuro del Canal por vía de su ampliación, hablamos de la oportunidad de definir y decidir el futuro de nuestros hijos y de las próximas generaciones de panameños. Ellos son los beneficiarios principales de este gran proyecto. Es la oportunidad que tenemos para construir y organizar nuestro futuro, para dar un salto hacia mejores días, para comenzar a salir de la pobreza y también para construir sueños… y de hacerlo con el concurso de todos.

Nosotros en el Ministerio de Obras Públicas también nos consideramos constructores de futuro, porque cada nuevo camino que terminamos y cada puente que edificamos, despeja barreras geográficas y culturales, abre  horizontes e integra comunidades;  cada montaña que atraviesan nuestros tractores con el debido respeto por la naturaleza y el ambiente, contribuye a la vida de nuestro pueblo y por ende a la de nuestro planeta; asimismo,  cada nuevo segmento que se agrega a la red vial existente y cada tramo que reparamos, reduce costos y tiempos de traslado de personas y productos, mejora  la calidad de vida de la gente. Con decisión y esmero, estamos construyendo sueños y esperanzas.

Ustedes también son constructores de futuro, y esto lo hacen participando con liderazgo en la conducción de sus empresas, aportando sus saberes desde posiciones públicas  y privadas, contribuyendo a la adopción de decisiones acertadas, contribuyendo a animar la innovación desde las empresas y desde las cátedras.  Ya lo ha expresado el Señor Presidente de la República Martín Torrijos, estamos dispuestos a trabajar con ustedes como integrantes del equipo de Panamá cuya tarea más urgente es ganarle la batalla a la pobreza y hacer que triunfe la esperanza.

¡Que nadie frene la esperanza de ampliar las oportunidades para todos!

Tengo la seguridad que en este X Congreso de Ingeniería Civil que organiza el Colegio de Ingenieros Civiles de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos, se aportarán soluciones técnicas a los problemas que confrontan nuestras comunidades en materia de transporte y ambiente y que se renovarán los compromisos sociales de los ingenieros e ingenieras civiles de Panamá con nuestro pueblo,  teniendo la amplitud de miras que los caracteriza.

En nombre del Excelentísimo Señor Presidente Martín Torrijos, declaro inaugurado este Décimo Congreso de Ingeniería Civil de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos.

Muchas gracias.

Dr. Benjamín Colamarco Patiño

Ministro de Obras Públicas

Panamá, 14 de agosto de 2006