La Torre de Babel

Nuestros límites están dados por nuestro lenguaje y ese es el confín de nuestro universo. Si consideramos el pensamiento como una representación de la realidad, entonces, la realidad es aquello que se puede describir con el lenguaje. Dicho en otras palabras, el pensamiento es la proposición con sentido (proposición entendida como oración gramatical). Así, si algo es pensable, ha de poder recogerse en una proposición, y esta tiene sentido, cuando describe un estado de cosas posible.

El uso correcto de una palabra o proposición, estará determinado por el contexto al cual pertenezca, que siempre será un reflejo de la forma de vida de los que hablan o escriben. Algunos filólogos le dan el nombre de “juego de lenguaje” a dicho contexto. De esto podemos colegir que lo absurdo de una proposición radicará  en usarla fuera del “juego de lenguaje” que le es propio.

La lógica es el andamiaje o la estructura sobre la cual se levanta nuestro lenguaje descriptivo y nuestro mundo, que es aquello que nuestro lenguaje o nuestra ciencia describe.

Hay una lógica para el escrutinio del lenguaje, sin embargo, no se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve.

Lo que pensamos y lo que queremos describir, sólo se expresa de manera directa a través del lenguaje. Una conversación permite intercambiar ideas, activar acciones, etc., y si se extiende a otros, se van estableciendo redes de conversaciones que causan efectos directos, prácticos o no.

La conformación de equipos humanos para el logro de objetivos comunes o para la materialización de un proyecto determinado, del tipo que sea, requiere integrar muchos elementos, pero sobre todo precisa un lenguaje común en el sentido más amplio de su acepción. Para discutir acerca de la dirección o rumbo, es necesario conocer el vocabulario que precisa el punto de partida general. Así, lo primero que hay que establecer es un lenguaje compartido, que permita comprender y explicar los conceptos e ideas que identifican, precisan y le dan sentido a un proyecto.

Si por PARADIGMA entendemos un modelo mental que todo el colectivo de actores que conforman un sistema asume, comprende y entiende, su aplicación dependerá del lenguaje y contexto en el que se expresa y en la capacidad de los hablantes de procesar y entender su alcance.

Con esta misma lógica, si entendemos la POLÍTICA como actor principal de la transformación social, y el gobernar la capacidad de procesar tecnopolíticamente PROBLEMAS con una lógica en la dirección de la transformación planteada en el PROYECTO POLÍTICO, es obvio que se requerirá de la integración de EQUIPOS de gobierno, con formación transdisciplinaria, capacidad, LENGUAJE y vocabulario COMÚN.

Carlos Matus, desarrolló lo que denominó “La TEORÍA DEL JUEGO SOCIAL”, que, entre otras conceptualizaciones y cambios de paradigma, comprende proveer de un lenguaje común para la toma de decisiones en la acción de gobierno.

Conceptos como: CAPACIDAD DE GOBIERNO; GOBERNABILIDAD DEL SISTEMA; PROBLEMA; ESCENARIO; ACTORES; APUESTA; RESULTADO, etc., comunes en el vocabulario “matusiano”,  adquieren toda una significación referida a la teoría para la acción que lo sustenta.

Así las cosas, desde esta perspectiva, se tendrán éxitos en la conformación de equipos políticos, en la medida en que sus integrantes estén animados por el mismo espíritu, tengan claridad ideológica y comprendan el alcance y envergadura del PROYECTO, entendido como la propuesta de medios y objetivos que posibilita un cambio hacia la situación esperada.

El lenguaje y vocabulario que define, distingue y le da sentido al proyecto político, demanda de los actores políticos y sociales, formación y entrenamiento para homologar, procesar y asimilar su significado (Juego de Lenguaje), en la ejecución de las políticas que se derivan para su materialización en el tiempo, es decir, la correspondencia entre el sentido de lo representado en una proposición que precisa el contenido del proyecto y los hechos que lo posibilitan.

 

Benjamín Colamarco Patiño